Como parte del ciclo de “Charlas en el Museo. El futuro que nos espera”, que organiza el Centro Universitario de Gestión Ambiental (CEUGEA) de la Universidad de Colima en el Museo Regional de Historia de Colima, se realizó la conferencia “La vida marina”, impartida por el investigador de la Facultad de Ciencias Marinas, Christian Daniel Ortega Ortiz.
El científico dijo que los océanos tienen millones de años de historia y son el lugar donde surgió la vida en el planeta, ocupan el 70% de la superficie terrestre y son habitados por aproximadamente 42 mil especies conocidas por el ser humano: “Es el hábitat de especies que no tienen huesos y de animales con huesos, como peces, anfibios, reptiles, aves, tortugas, tiburones, ballenas, delfines, y organismos como el fitoplancton, zooplancton, estrellas de mar, etcétera”.
A pesar de conocer poco de los océanos en relación con el espacio total que ocupan en el planeta, dijo, “son vitales para el ser humano porque en ellos se desarrollan múltiples actividades económicas; son fuente de alimento y energía, y reguladores del clima”.
Sin embargo, agregó, “a pesar de todos los beneficios que nos brindan, actualmente el ser humano causa profundos desequilibrios en los océanos y la vida marina y, aunque creamos no tener relación con ellos, tenemos un gran nivel de influencia e interacción con el medio acuático”, agregó.
Al respecto, añadió que mundialmente se generan enormes cantidades de basura y residuos sólidos que no son procesados y dan al mar, convirtiendo los océanos en enormes vertederos que afectan a la fauna marina como aves, ballenas y tortugas, que mueren al ingerir microplásticos: “Estudiantes y profesores hemos encontrado en las costas de Manzanillo tortugas agonizando y, al realizarles la necropsia, nos damos cuenta de que están llenas de microplásticos”.
De igual manera, señaló que son contaminantes de los mares sustancias líquidas como el petróleo, las cuales se derraman accidentalmente de las embarcaciones o de las tuberías cercanas a las costas, causando afectaciones en la fauna. También los vertederos de aguas negras o residuos de agroquímicos que llegan al mar: “Gracias a un proyecto apoyado por la UdeC, estamos recolectando muestras biológicas de delfines para averiguar si tienen contaminantes y hemos descubierto que, efectivamente, tienen grandes cantidades de un tipo de químico que viene de los hidrocarburos”, alertó.
Dijo que también están analizando muestras de ballenas y orcas, en las que tal vez encontrarán resultados parecidos; “incluso con recientes evidencias científicas, se ha descubierto que los agentes contaminantes originan un virus en las ballenas que cambia la pigmentación de sus colas”.
Por otra parte, continuó, “la tecnología utilizada en la pesca industrial es tal que, según los expertos, las reservas de peces de los que ahora nos alimentamos desaparecerán en el 2048 o antes de la mitad de este siglo; además, existe la pesquería, que arrasa con lo que se encuentra a su paso, atrapando especies que no son de consumo. En el caso de México, la especie que está a punto de desaparecer es la vaquita marina; hoy en día, se tiene registro de que existen solamente 10 en el Golfo de California y de que están por extinguirse”.
Informó que, desde hace algunos años, estudiantes y docentes forman parte de la Red Nacional de Atención a Ballenas Enmalladas (RABEN), mediante la cual se han entrenado y obtenido el equipo necesario para atender los reportes de ballenas vivas atrapadas en redes de pesca: “Gracias a este trabajo en equipo hemos logrado salvar la vida de varias ballenas adultas y de sus crías en las costas de Manzanillo”.
Otra actividad que pone en riesgo la vida de las ballenas, continuó, es el tránsito de embarcaciones marítimas, principalmente de los grandes buques comerciales que transportan miles de contenedores, pues las atropellan durante sus recorridos: “Nuestra costa no está libre de este problema porque tenemos uno de los puertos comerciales más importantes de Latinoamérica, al que llegan millones de contenedores”.
A esta problemática con el tráfico marino, dijo, se suma el intenso ruido que hacen los buques, impidiendo la comunicación que tienen las ballenas a través de su canto para advertirse de la presencia de depredadores o de presas, así como para buscar pareja y aparearse; “otro riesgo más reciente tiene que ver con la minería del fondo marino, que consiste en aspirar minerales del fondo del océano a más de cuatro mil metros de profundidad, arrasando con las especies que habitan estos lugares”.
Para finalizar, el académico señaló: “Actualmente tenemos un futuro ambiental incierto y a todos nos toca una parte en esta problemática, por lo que este tipo de temas deben formar parte de todas las agendas académicas y deben ser contemplados por las políticas públicas en todos los niveles de gobierno”.