En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es necesario seguir reflexionando sobre una realidad inquietante en nuestra región. Datos del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe revelan una dolorosa verdad: 4,050 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países y territorios de América Latina y el Caribe en 2022.
A pesar de los esfuerzos legislativos y la conciencia pública, la persistencia de esa violencia exige una reflexión profunda sobre los desafíos que aún enfrentamos en la protección de las mujeres. Es imperativo que como sociedad democrática continuemos abogando por un cambio cultural y legal que erradique esa tragedia que lacera a nuestras comunidades.
El sombrío panorama que nos presenta el Observatorio, nos lleva a cuestionar la efectividad de las respuestas estatales y a evaluar la magnitud de los progresos en la medición de este fenómeno.
Los feminicidios no son solo números; cada víctima representa una historia interrumpida, sueños truncados y familias devastadas. Como comunidad universitaria debemos asumir la responsabilidad de ser agentes de cambio y contribuir a la construcción de un entorno en el que todas las mujeres puedan vivir libres.
Es esencial reconocer que la violencia de género no se resuelve únicamente con leyes. Requiere un cambio cultural profundo que desafíe y desmonte las estructuras patriarcales arraigadas en nuestra sociedad. Avancemos hacia ello.
