La selección alemana de balonmano no falló y llegará a la última jornada dependiendo de sí misma para acceder a las semifinales del Europeo que organiza, tras imponerse por 35-28 a Hungría, que no tuvo respuesta a la mejoría defensiva del conjunto germano en la segunda mitad.
Un paso adelante de la zaga alemana que acabó con el sueño del conjunto magiar que dirige el español Chema Rodríguez, que soñó con poder pelear por las medallas tras marcharse al descanso sólo un tanto por detrás en el marcador (18-17).
Pero si en el primer tiempo la selección húngara mostró una inusitada efectividad en el lanzamiento, como demostró la única parada que firmaron los guardametas germanos Andreas Wolff y David Späth, en el segundo los magiares se mostraron mucho más erráticos.
Tal y como confirmaron los 5 tantos que la selección magiar anotó en los primeros 18 minutos del segundo período y que situaron a Alemania con una renta de 6 goles (28-22).
Y es que mientras que Hungría siguió concediendo las mismas facilidades que en la primera mitad, para regocijo de jugadores como el lateral Julian Köster, máximo realizador del partido con ocho dianas, Alemania mejoró notablemente sus prestaciones defensivas.
Empezando por el portero Andreas Wolff, que, pese a no contabilizar su primera intervención hasta los 38 minutos, acabó el duelo con 9 intervenciones, tras atajar casi la mitad de los lanzamientos que intentó desde entonces el conjunto magiar.
Una mejoría que reflejó la mayor intensidad de piernas de los defensores germanos, que poco a poco fueron cerrando todos los caminos al gol a una Hungría que sólo encontró algún alivio en la figura del pivote Miklos Rosta, el mejor de largo en el conjunto magiar.
Argumento insuficiente para contener a una Alemania consciente de que sólo le valía el triunfo (35-28) para depender de sí misma para acceder a las semifinales en la última jornada, en la que los de Alfred Gislason se medirán con una Croacia cada vez más desdibujada y sin nada ya en juego.