Por Gustavo Borges
Más que una obra erudita, como las que suele escribir en su condición de médico, La vida, un repaso, el nuevo libro del narrador mexicano Arnoldo Kraus, es un lamento por la poca salud del mundo de hoy.
“El mundo está enfermo, de eso hablo en mi libro, de las migraciones forzosas, terribles porque no se trata sólo de partir. Es dejar a otros, de los cuales a veces nunca más sabrás nada”, aseguró el autor en una entrevista con EFE.
La obra de 133 páginas, editada por Cal y Arena, burla los géneros. Tiene de novela, de ensayo, de crónica y de biografía y cuenta de manera humana la historia de una familia lastimada por la guerra, punto de partida para disertar sobre la vida.
Kraus escribe a partir del dolor de sus padres migrantes, que huyeron de Polonia por la II Guerra Mundial. La humanidad se acerca al siglo del holocausto, sin embargo, algunas cosas cambiaron poco.
“En este momento, mientras hablamos, estamos siendo testigos de muchísimas muertes de migrantes; asiáticos, latinoamericanos, africanos”, reflexiona el miembro del Colegio de Bióetica y profesor de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El dolor de los que se van
La obra de Kraus diserta sobre el abuso de la tecnología, la soledad, la muerte, la enfermedad, los egos, el paso del tiempo y otros aspectos, todo a partir de la migración forzada, que, según el autor, deja desolación, rasgaduras, vacío, rencor porque cuando se emigra por fuerza, todo se derrumba.
“Es un libro que me gustó mucho hacerlo. A veces mis libros no los gozo tanto, muchos son ensayos académicos en los que regreso a una de mis obsesiones, morir con dignidad, pero este libro fue gozoso porque me desnudé, aunque hay ficción.
“Oliva, la protagonista, inventa su alter que llama ‘Otra Oliva’ y con la amiga invisible crea complicidades. Lo efímero no es lo de ellas, lo banal tampoco; hablan en voz baja, en sueños, en el camión. Tanto a ellas como a sus hermanas les molesta el ruido y huyen de la tecnología”, algo parecido al escritor del libro, que ni siquiera usa WhatsApp.
“Estamos siendo víctimas de la tecnología. Hemos perdido la sensibilidad de mirarnos, tocarnos, saber quién es la otra persona; como escritor y como médico para mí es importante mirar, escuchar”.
Un mundo sin cabezas
Kraus trata de mencionar líderes políticos inteligentes, lectores y con empatía. Le gustaba la alemana Angela Merkel, el uruguayo José Mujica y la neocelandesa Jacinda Ardern, pero ya no están en el cargo. Menciona al canadiense Justin Trudeau y le da su voto a favor.
“No soy optimista, sobre todo a partir de los políticos. No sé a cuántos pudiera rescatar, que quisiera hacerlo, poner las manos en el fuego por ellos”, lamenta.
El doctor tiene un aire de Mark Twain, el escritor de Misuri, y su cabellera de rizos alborotados hace pensar en un científico. “Einsten, Einsten”, le gritaron hace poco en Colombia. A la manera del cuentista ruso Anton Chejov, Kraus dice ser fiel a la medicina y la escritura, su 2 “amantes”.
“Como la medicina, la literatura y el periodismo pueden curar o acabar con la gente. Si en medicina no sabes quién es la persona de enfrente, empiezas a hacerla a partir de aparatos y tecnología. La gente acude a mi consulta por muchos problemas y la mayoría, por encima de todo, quiere ser escuchada”, revela.
La escritora Ángeles Mastretta, premio Rómulo Gallegos de novela, asegura que leer a Arnoldo Kraus es un regocijo porque el hombre escribe desde el corazón. Tal vez pudo haber sido un buen cardiólogo, pero no entendía bien los electrocardiogramas.
– ¿Tiene, los electrocardiogramas que ver con el amor?
– Bueno, si hay una paciente o un paciente enamorado del doctor o la doctora, y el electro muestra una frecuencia de 140 es claro el diagnóstico: enamoramiento.
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