Indígenas en México denuncian este Día Internacional de la Lengua Materna que al migrar a las ciudades afrontan escasez de intérpretes de su lengua al español, lo que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en un hospital, defenderse de acusaciones de delitos o retrasar trámites.
Juana Facundo Rodríguez, intérprete de la lengua otomí, contó a EFE que al llegar hace 25 años a Guadalajara, la tercera ciudad más poblada del país, vivió la discriminación, indiferencia y mala atención que afrontan indígenas en las grandes urbes.
Facundo Rodríguez dejó su natal Santiago Mexquititlán con los conocimientos básicos del español, un idioma que tampoco su madre hablaba, y ambas padecieron la dificultad para buscar una casa, acudir a una clínica o hacer trámites escolares.
“Ella no entendía muy bien el español, afortunadamente muchos de nosotros (sus hijos) ya sabíamos hablar, la apoyábamos, pero para ella fue complicado buscar una escuela pública para sus hijos, servicios médicos para su familia. Le decían ‘señora, no le entendemos’”, contó.
Con estas experiencias a cuestas decidió ser intérprete de su lengua para ayudar a su comunidad y es una de las pocas que realiza esta labor, pues el grueso de las instituciones gubernamentales carecen de alguien que ayude a las personas indígenas a solicitar servicios.
“En temas de salud, de educación, en muchas ocasiones no hay intérpretes, no nos entienden, muchos de los que venimos de nuestras comunidades, aún no sabemos hablar bien el español y esa es la necesidad principal, el por qué se necesita alguien que sepa conversar con las autoridades correspondientes”, señaló.
Ayuda insuficiente
El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) registra más de 7.3 millones de hablantes de 68 idiomas originarios en México, de los que 23 están en riesgo.
El Artículo 2 de la Constitución establece que este grupo poblacional tiene el derecho de recibir la asistencia de intérpretes y defensores que conozcan su lengua y su cultura.
En Jalisco viven 66,963 hablantes de 20 lenguas indígenas, de los que el 42% vive en el área metropolitana de Guadalajara, según el último Censo de Población.
El Inali tiene registrados 47 intérpretes en la entidad, de los que 24 están en dicha metrópoli.
La Unidad de Apoyo de Comunidades Indígenas de la Universidad de Guadalajara funge como puente entre los grupos indígenas de la ciudad y las instituciones públicas ante la falta de servicios de traducción, afirmó a EFE José Claudio Carrillo Navarro, jefe de esta dependencia.
“No es una actividad estructurada y sistematizada, son cuestiones de orden eventual, que generalmente se gestiona y solicita el apoyo. En ocasiones se trata de hacer traducciones de documentos de tipo académico, administrativo o legal, pero también de apoyar de manera directa a quienes demandan un servicio”, dijo.
Esta instancia se vale de una decena de intérpretes para acompañar a personas indígenas a solicitar servicios de salud en el Hospital Civil de Guadalajara o de índole jurídica, aunque muchos de ellos no están certificados para realizar traducciones legales.
“Racismo” institucional
Antonio García Mijarez, de origen wixárika y fundador del Colectivo de Jóvenes Indígenas Urbanos, atribuye la falta de intérpretes en instituciones gubernamentales al presupuesto insuficiente y a una indolencia de los servidores públicos para atender con calidad a comunidades indígenas.
“Nos enfrentamos al tema del presupuesto porque hay que pagar a esos intérpretes, pero también hay un problema más grande, que es este racismo institucionalizado que está en los aparatos de justicia, de salud y que es complejo”, denunció.
Hace poco atendió a una mujer de su comunidad que llegó a un hospital estatal para atender un dolor que la aquejaba desde hacía tiempo.
Al no hablar español y ante la falta de un intérprete, los médicos minimizaron la gravedad y la citaron para estudios varios meses después.
Cuando García Mijares intervino, la atención fue distinta.
“Había un intérprete de lengua wixárika en ese hospital, pero nos dimos cuenta de que ya no estaba trabajando. A partir de este caso lo volvieron a contratar, pero tiene que ver con que no creen relevante que haya un intérprete, creen que con una comunicación con señas va a quedar la persona atendida”, concluyó.