Vie. Nov 22nd, 2024

ARTÍCULO: Los tiempos están cambiando

Por Redacción Feb22,2024 #Opinión

Marcial Aviña Iglesias

La gran virtud que como ser humano tengo, es equivocarme, yo lo dijo Fadanelli, el rockstar de la literatura nacional en su libro de aforismos cuyo título no citaré por el simple hecho de evitar herir susceptibilidades a una religión en especial y de la cual yo soy muy creyente, pero en cuya obra pone de relieve esa misantropía, que muchas veces la amargura nos regatea; basta observar como las series, canciones, películas y algunas novelas lucran con la tragedia social, la crueldad de no ser correspondido en ese sentimiento artificial que inventaron los franceses para justificar el coito llamado amor, en esta época donde la inmensa minoría de gente saca provecho de sus amistades, se beneficia de causas cívicas, envasa la formación de las escuelas para después vender perfiles de egreso en vistosos anaqueles, así como el glamour de los aparadores en cualquier plaza comercial.

En un ambiente escolar en donde se aprende más rápido a hacer tranzas que los contenidos programáticos de cualquier escuela, donde se utilizan los gadgets tecnológicos como analgesia del ocio que como medio de aprendizaje, convirtiendo así en cadáver a la curiosidad, sí, esa que imbécilmente creemos que mató al gato, pero que en realidad terminó sepultando el asombro y enrolándonos en la milicia de la rutina. Cómo hacer cuando te crees profesor y ni en un ápice te acercas a aquella reflexión de Sócrates sobre la educación: “No puedo enseñar nada a nadie. Solo puedo hacer pensar”. Cita que años adelante la recicló George Carlín para afirmar que: No solo enseñes a tu hijo a leer, enséñale a cuestionar todo.

Como sabemos, el exterior transforma el interior de cada individuo, y bien conocemos las causas, imagino que por eso Diógenes -ese que en la antigua Grecia apodaban “El Perro”- consideraba que las civilizaciones son un mal para cada ser humano, razón por la cual recomendaba vivir de manera amistosa con la soledad, esa misma que huele a azufre con miel, situación que te hace ver ante los demás feo y antipático a la vez. Hoy que el desdén hacia el prójimo ha traído perversión, en donde el pantanoso analfabetismo crónico ha producido enriquecimiento ilícito de una inmensa minoría, esos mismos que al progresar, empiezan a perder su esencia y algunos principios éticos, en fin, como dijera el viejo Bob, “The Times They Are A-Changin’”, y quien firma lo que escribe ha dejado de ser quien era, gracias a los libros de superación personal.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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