Por María José Rey
Un complicado doble extendido de salida en la punta en barras paralelas para el código de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG) se conoce ya como un “Álvarez” para cualquier atleta que lo ejecute.
Es obra y ha quedado plasmado para la posteridad con su nombre por un chileno de 20 años, Joaquín Álvarez, al que le llevó apenas dos meses prepararlo y que estableció en el primer intento.
En la mañana en la que Joaquín atiende la entrevista con la agencia EFE entrenó en las nuevas instalaciones que dejaron los pasados Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Su cuerpo macizo y de baja estatura colgaba de las anillas y su rostro mostraba la fuerza contenida de cargar su propio peso.
Este aparato es su nuevo objetivo. Suspendido en el aire quiere conseguir su primera medalla panamericana por lo que buscará la clasificación a la competencia que se disputará en mayo próximo en Santa Marta, Colombia, sin dejar de lado el perfeccionamiento del ‘Álvarez’.
“El año pasado tuve una medalla sudamericana, entonces ahora estamos hablando de escalar al siguiente paso”, aseguró Joaquín que se muestra consciente de que, aunque ya alcanzó la inmortalidad en su deporte, los resultados requieren un proceso y sobre todo mucha disciplina para concretarlos.
Joaquín sonríe cuando evoca la primera vez que sintió que había logrado la salida con doble extendido y recuerda que pensó: “Parece que voy a tener mi propio elemento”. El gimnasta comenzó a entrenarlo en noviembre de 2023 y 3 meses después, en febrero pasado, lo presentó en la Copa del Mundo de Aparatos de Gimnasia Artística en El Cairo, Egipto.
“Fue como recién en enero cuando sentí una sensación muy distinta a la anterior que había hecho, como que salió sola, caí perfecto. Fue como que esta es la sensación que tengo que sentir para hacerla bien, el indicador de que salió. Y luego cada vez que intentaba repetirla buscaba esa sensación”, explicó.
Al momento de ejecutarla en competencia fue en lo que pensó: “Lo mejor que puedes hacer es dejar al cuerpo hacer lo que sabe, que la mente interfiera lo menos posible. Entonces ya había practicado mi salida, ya sabía que me salía bien, lo único que podía hacer era dejarme fluir”.
Joaco se unió a Tomás González, otro gimnasta chileno a quien la FIG le reconoció en 2018 su salto mortal triple con giro y medio con su nombre a los 33 años. “Es como un objetivo, un sueño de muchos gimnastas tener su elemento, un legado que queda en el código, en el deporte que tanto amas”, comentó.
Para lograrlo debió practicar 2 series de paralelas en simultáneo, la principal de mayor dificultad cuya salida era un doble carpado y otra de menor exigencia con la salida extendida que es más complicada. Su plan ahora es consolidar una sola serie con las dos dificultades.
“Fue todo muy deprisa y por lo mismo aún falta mejorarla. Me gustaría algún día hacerla completamente perfecta, que no hayan descuentos, no haya duda de nada, de nada”, dijo Joaquín quien había visto videos de la gimnasta estadounidense Simone Biles practicando uno de los dos elementos que tiene en el FIG.
En la gira de Copas del Mundo que también lo llevó a Cottbus en Alemania y Bakú en Azerbaiyán, se sellaron los últimos boletos a los Juegos Olímpicos de París 2024 a los que no clasificó.
“No tenía ni idea de lo que me enfrentaba, pero la experiencia fue tremenda. No podía creer que estaba al lado de campeones mundiales, medallistas olímpicos. Tampoco puedo presionarme tanto si son ellos los que están peleándose el cupo, pedir clasificar de manera espontánea, por suerte, pero para el 2028 tengo la certeza de que ahí voy a estar sí o sí”, afirmó sobre la cita en Los Ángeles.
Sus logros le han reafirmado el camino, pero al inicio cuando comenzó dudaba. Joaquín entró en el 2015 a la gimnasia por iniciativa de su madre y porque en Quilpué, comuna de Valparaíso de la que es oriundo, tenía unas compañeras de curso que entrenaban en el Club Municipal.
“Cuando llegó el punto crítico donde decidí dedicarme a la gimnasia, fue ella la que estuvo, la principal motivadora de todo esto. En 2019 la tomamos, en ese momento tenía mucho miedo porque era una decisión que te cambia toda la vida, tenía que venirme a Santiago, no sabía si era la decisión correcta”, relató Álvarez quien dice que el deporte le ayudó a madurar y entender el esfuerzo que implican los logros.
“La resiliencia, de verdad, le debo todo lo que soy a la gimnasia y todo lo de la gimnasia se la doy a mi mamá”, dijo. Las referentes más cercanas de Joaquín son mujeres, entre ellas está su abuela de quien aprendió sobre la naturaleza y por eso estudia tercer año de Agronomía y Sistemas Naturales en la Universidad Católica.
“Puedo presumir de que me va súper bien en la universidad. Todos los veranos iba al campo de mi abuela en el sur, cerca de Temuco. Es mi lugar feliz, es mi paraíso. Todo lo que aprendí ahí me sirvió, todo lo que me enseñaba mi abuela. Era impresionante cómo ocupaba todos esos conocimientos que ella me daba en el ámbito académico”, aseguró.
Con muchos sueños y proyectos todavía por cumplir, Joaquín tiene claro lo que aspira: “Me encantaría ser un referente, que el país se sienta orgulloso y demostrar que hay gimnasia en Chile”.