Por Marcial Aviña Iglesias
Colima, con sus eslabones de semáforos, que supuestamente indican a la fauna de la selva de asfalto cuándo se puede cruzar una calle o avenida, y cuándo se detienen esas bestias de láminas y fierros que por ahí pululan a toda velocidad – ¡éjele, ni es cierto que respetan los limites indicados! -, por cierto, ni te creas que con la luz amarilla le van a bajar, pues para ellos significa, ¡apúrate nango, que se va a poner en rojo! Recuerda que, si eres de los de a pie o vas en bicicleta y pretendes conservarte en una sola pieza, tomar tus precauciones, ahora que ya ni agentes de vialidad tenemos, lo más seguro es que si no lo haces te convertirás en un tope reductor de velocidad más.
El peatón cuenta con esa trinchera libre de coches que se llama banqueta, acá las encuentras desde unas muy parejitas, otras sinuosas por las raíces, unas con caries o de plano sin recubrimiento de cemento, pero con zacatito pa’l conejo, en donde puedes caminar tranquilamente, bueno, siempre y cuando no la invada una gandalla bicicleta que, al no contar con ciclovía, la convierte en ella para su seguridad. Por cierto, peatones no imiten esa absurda costumbre de otros en aventarse al llegar a la acera, aunque el semáforo siga en verde, mención especial a quienes caminan por la calle Madero.
Otra recomendación es evitar cruzarte la calle mientras vas en la lela con el celular consultando las redes sociales o en plena guáguara telefonómana, y también, si eres de esos que les encanta traer en las orejas los cordones umbilicales llamados audífonos, al menos quítate uno para que oigas los cláxones o la ñora del coche rojo sangre de pichón, refrescarte la memoria de tú santa jefecita. ¡Por piedad! Quítate esa costumbrita de cruzar entre coches o hacerle al deporte extremo atravesando a mitad de la calle, weee, para eso están los pasos de cebra o cruces, sí, esas rallas pintadas en el chapopote que supuestamente sirven para indicarles a los carros, motos y bicicletas que únicamente por allí los peatones se cruzarán, y que no es para que ellos hagan su alto sobre de ellas, pues terminarán arriba de algún transeúnte.
Si eres de los que a diario se echa su bocanada de esmog de la ruta 10, te pone de nervios la laringitis de los escapes o la sinusitis de las motos, no se te hace divertido torear coches, te da tortícolis de tanto fijarte hacia ambos lados antes de cruzar una calle, te acabas las suelas como consuelo de andar con peatonitis, y no quieres pagar media quincena en taxis, entonces, respeta las señales de vialidad si quieres ser respetados por la vialidad, pero por favor, nunca te bajes de la banqueta a media realidad.
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