Por Antonio Broto
La física barcelonesa Anna Fontcuberta asumirá en 2025 la presidencia de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), un cargo en el que espera continuar la “senda de éxito” de una de las universidades más prestigiosas de Europa, donde ella misma, como física de materiales, busca alternativas al silicio en semiconductores o paneles solares.
“Continuaremos con otro estilo, porque todos somos diferentes, pero en los cargos de responsabilidad debe cambiarse a la gente, cada uno aporta cosas diferentes y todo suma hacia la meta de ser mejores cada día”, señala la científica con doble nacionalidad hispano-suiza.
Hace unas semanas el Gobierno suizo la designó como futura presidenta de una de las 2 escuelas politécnicas que lideran la investigación en el país (la otra es la de Zúrich), lo que da muestra del carácter estratégico de su nombramiento y de estas instituciones, ambas en el top 100 del Ranking de Shanghái.
La EPFL, con constantes avances en medicina, nuevos materiales, energía o Inteligencia Artificial, entre otros campos, ocupa el 54º puesto mundial (y 15º europeo) en ese ranking global de universidades, liderado por las universidades estadounidenses de Harvard y Stanford.
“Una de las cosas que me liga emocionalmente con esta universidad es la energía que hay en los estudiantes y el profesorado. Es gente que hace las cosas con mucha pasión, y que realmente vive para avanzar la ciencia”, comenta Fontcuberta.
Con tan solo 49 años, la graduada en Física por la Universidad de Barcelona desarrolló su carrera, antes de asentarse en Suiza, en instituciones de prestigio como la Escuela Politécnica de París, la Universidad Técnica de Múnich o el Instituto de Tecnología de California (California).
Viajar para saber
Un currículum lleno de viajes que considera que debe imitar todo científico: “Es muy importante para los científicos nutrirse viendo lo que se hace afuera, ver otras formas de hacer las cosas para establecer conexiones. Todos, si quieren ser líderes, tienen que ir a otros sitios para formarse”, aconseja la catalana.
Fontcuberta afirma que la misma España es un destino ideal para la investigación, también en su especialidad, la física de materiales, “con centros de investigación que son potentes y atraen a mucha gente de fuera”.
“Hace unos 20 años España apostó por centros muy fuertes y lo han conseguido: el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid, el ICN2 o el Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona. (…) Tienen muchos recursos y estudiosos españoles que se han ido y han regresado, señal de éxito”, subraya.
Desde sus inicios en la ciencia, Fontcuberta ha mostrado pasión por la física de materiales que, como ella recuerda, son tan importantes para la humanidad que han dado nombre tanto a las primeras eras (del Bronce, del Hierro, etc) como a la actual “Era del Silicio”.
Elemento este último esencial para nuestra era de la información, pero que podría ser sustituido en el futuro por otros más eficientes que precisamente ella estudia en su laboratorio junto a sus colegas.
“El progreso de la humanidad se ha logrado con nuevos materiales que nos han permitido hacer nuevas cosas”, subraya Fontcuberta, cuyo equipo estudia el uso de elementos como el germanio, el galio, el indio o incluso el zinc y el fósforo para la fabricación de productos esenciales en la actualidad.
“Intentamos dar soluciones a necesidades no de hoy, sino a las que creemos que habrá en 20 o 30 años. Si ahora todo está basado en el silicio, en el futuro vamos a requerir materias más eficientes para la computación cuántica”, indica la experta.
¿Era del germanio?
Fontcuberta pone el ejemplo del germanio, “un elemento que se utilizó mucho al principio de la electrónica, luego se abandonó y ahora se está retomando”, por su mejor eficacia como absorbente en comparación al silicio.
“Queremos buscar materiales compuestos de elementos muy abundantes y que nos permitan tener capas superdelgadas, que nos permitan hacer paneles fotovoltaicos muy ligeros, que se puedan colocar en un barco, pero también en tu chaqueta”, describe.
Otra meta es buscar materiales más “democráticos”, que existan en todo el mundo frente a la dependencia actualmente de otros que, como el cobalto, crean tensiones geoestratégicas al concentrarse en unos pocos países (en ese caso la mitad de los yacimientos se encuentran en RD Congo, país castigado por permanentes conflictos).
Fontcuberta subraya en todo caso que el desafío de la ciencia europea no está tanto en la obtención de materias primas próximas como en mantener a las empresas que aplican los avances científicos en el Viejo Continente.
“Generamos aquí mucho conocimiento, incluso empresas emergentes, pero luego las firmas se van a otros sitios y los beneficios los tienen otros países, así que tenemos también que invertir en compañías que puedan trabajar en Europa”, concluye.
Fontcuberta será la primera mujer española en dirigir una universidad técnica de tan alto nivel como la EPFL, un hito que podría quizá animar a científicos y científicas del país a seguir sus pasos en el futuro.
“Si sirviera para eso, estaría muy contenta, yo también fui estudiante, postdoctorada… todos venimos del mismo sitio”, recalca la científica, quien añade que es bueno que haya cierto equilibrio de sexos entre hombres y mujeres en la investigación: “La dinámica de grupo es más relajada, de mayor colaboración, y se ríe más”.
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