Por Maestra Ruth Holtz
Existen psicoterapias extraordinarias y psicoterapeutas excepcionales, pero eso no garantiza el cambio.
El esposo de una amiga fue alcohólico y después de terapias, Alcohólicos Anónimos, y 2 centros de rehabilitación, uno de ellos costoso, con duración de 6 meses, y otro de línea religiosa, duro y exigente, solo tuvo periodos temporales de sobriedad. Sin embargo, eventualmente regresaba al vicio y, como consecuencia de sus efectos fisiológicos, falleció. No pudo cambiar. Si bien en el campo de las adicciones hay otros factores a considerar, hay personas con padecimientos emocionales, mentales y de carácter que no pueden superarlos y renovarse.
El cambio siempre es posible, aunque a veces no es la técnica psicoterapéutica, el convencimiento religioso o el “tocar fondo” lo que lo provoca. Al mismo tiempo, todo esto es posible y toda psicoterapia efectiva, si y solo si el individuo en cuestión decide, elige, acepta y actúa para cambiar. Todos los medios a nuestro alcance son ineficaces para alguien que todavía “no quiere” abandonar su forma de ser y actuar que lo ha llevado al sufrimiento. Dichos instrumentos son de gran ayuda para aquellos que, habiendo tomado la determinación, realmente «quieren» cambiar.
Un ejemplo de esto es el caso del hijo del cantautor Yahir, cuyo hijo es adicto a las drogas. A pesar de haber sido sometido a todo tipo de “rehabilitaciones” sin pedirlas, al igual que el esposo de mi amiga, Tristán, como se llama el hijo de Yahir, sigue con sus hábitos sin cambiar. Su padre finalmente aprende la lección y nos enseña de forma resumida lo que tratamos de explicar: “El error que nosotros cometimos fue meter a nuestro hijo en 5 centros de rehabilitación distintos sin que él pidiera ayuda, y hasta la fecha no la ha pedido. Llegó el momento en el que te das cuenta de que nosotros no podemos obligar a nadie a cambiar. Hicimos lo que pudimos en su momento, pero el cambio realmente tiene que venir de dentro de una persona y esa persona tiene que querer cambiar».
Queramos o no, el cambio viene de dentro, del deseo sincero y la voluntad firme de cambiar nuestras vidas. Nadie puede obligarnos a cambiar. Se dice que tiene que ver con nuestro grado de conciencia, con nuestra capacidad de ver la verdad o de ser convencidos, intelectual o amorosamente, por alguien. Depende de que nos resignemos y aceptemos lo que podemos, lo que queremos y lo que no podemos.
Lo que sí importa, a veces, es la personalidad del psicoterapeuta y su habilidad para conectarse y comprender, adaptándose a la forma de pensar del consultante para mostrarle las opciones y las consecuencias de sus decisiones. Pero incluso el profesional más eminente no puede ayudar a cambiar a alguien, porque el cambio viene de dentro del consultante y de su libre albedrío.
Si ya te has decidido, consulta a un psicoterapeuta.
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