Nadie sino tú
Por Jorge Vega
Ahora que ha terminado la cacería, que las candidatas y los candidatos tienen el permiso legal para explotar un feudo, para alimentarse de las esperanzas y la energía de muchos, vuelvo a ese poema del intenso y vital Charles Bukowski: “Nadie sino tú”, que ilumina la sofocante oscuridad de estos tiempos.
Dice Bukowski: “Nadie puede salvarte sino / tú mismo… intentarán una y otra vez / por medio de subterfugios, engaños o / por la fuerza / que renuncies, te des por vencido y/o mueras lentamente por dentro”.
Ahora que sólo las y los morenistas parecen felices, que sonríen como si en verdad hubieran ganado algo más que una beca, es un buen momento para no olvidar lo esencial, nos diría el hermoso Bukowski, para no olvidarnos de nosotros mismos: “piensa en salvarte a ti mismo / tu parte espiritual / la parte de tus entrañas /tu parte mágica y ebria / sálvala”.
Nadie, dice el poeta-novelista, “puede salvarte sino / tú mismo / y mereces salvarte / no es una guerra fácil de ganar / pero si algo merece la pena ganar, / es esto”.
Es fácil caer en la desesperanza, en la rabia, la tristeza, pero la vida, el espíritu, dice el ebrio, el moderno Li-Po, es más importante: “nadie puede salvarte sino / tú mismo / y será muy fácil desfallecer, / pero muy fácil, / pero no desfallezcas, no, no / limítate a mirarlos / escucharlos / ¿Quieres ser así? / ¿Un ser sin cara, sin mente, / sin corazón? / ¿Quieres experimentar / la muerte antes de la muerte?”
Las candidatas y los candidatos no saben iluminar caminos, sólo destruir las farolas y prometer construirlas, una vez en el poder.
Bukowski pide mantenernos “con buen talante y garbo / y al cabo, / si fuera necesario, / apuesta tu vida en plena refriega, / al carajo las probabilidades, al carajo / el precio”. Finalmente, sólo importa sobrevivir, solo importan el ahora, el camino.
No hay que olvidar, como decía también Li Po, que nada es para siempre, que sólo tenemos el momento presente. Hace más de 1,200 años, Li Po o Li Bai escribió: “Después de conquistar el reino de Wu, / regresó triunfante Gou Jian, rey de Yue. / Sus guerreros vestían de seda, / y las doncellas de la corte, / bellas flores de primavera, / inundaban su palacio. / Hoy no quedan sino ruinas / y una que otra perdiz”.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.