Por Marcial Aviña Iglesias
Llevo toda esta semana guardando un secreto. Incluso he estado a punto de cavar un pozo y gritárselo, para después taparlo. Pero temo que luego emerja un árbol que, con el movimiento del viento entre sus ramas y hojas, lo reproduzca, y quien pase por ahí, se entere de lo que he oculto para no perder amistades. ¡Malditos comicios electorales, que levantó entre ustedes y yo, un silencio oscuro!
Lo primero que la mayoría de las personas pretendemos es compartir lo que nos sucede. Un claro ejemplo es el muro de Facebook, o el moderno “muro de los lamentos”, los estados de WhatsApp, las historias de Instagram, entre otras. ¿Guardar un secreto cuesta? ¡Claro que sí! En estos tiempos se pone pesada la situación, como lo es decir que uno le va a cierto equipo de futbol, que te simpatiza cierta religión o que votaste por… Momento, esto último es una persecución política – bien moderno es esto de llamarse “perseguido político”-; y luego toda esa jodida actitud de juzgarte, de condenarte en algo que socialmente todos somos juez y parte.
Guardar un secreto, la mayoría de las veces es considerado como algo negativo, más quien lo conserva sabe que es por el bienestar de las relaciones humanas. El problema no es ocultarlo, es que los demás se enteren, pues serás clasificado como un individuo falto de principios morales y escaso de sinceridad, pero… ¡Hay gente que es sincera sin dejar de mentir! Por otro lado, un secreto es positivo, por ejemplo, si “el mero chipocludo” de la oficina te dijo que te otorgará un aumento salarial, lo más probable es que tus compañeros te van a acusar de hipócrita simplemente porque no se los dijo. ¿Es necesario que ellos lo sepan? ¡Obvio que no! Lo más seguro es que experimentarán envidia hacia la persona beneficiada y de todas formas se van a distanciar de ella por ese incremento. Malo sería que ni a su pareja se lo confiara.
Lo patético es que cuando sus compañeros se lleguen a enterar, lo más probable es que tenga que recurrir a la mentira, aludiendo que le sucedió alguna desgracia para que le disculpen. Como ustedes saben, quienes llegan a sobresalir de los demás, serán odiados, más, si te justificas con una desdicha previa al éxito, recibirás el perdón social. Es por eso que mi secreto, no están ustedes para saberlo, ni yo para contactárselos, además, ¿qué puede tener de interesante una persona ordinaria, que cada mañana antes de salir de casa opta por ser un vulgar y simple humano?
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