Por Fernanda Barradas Núñez, Fernanda Hernández Juárez, Inés Novela Ortega y Cecilia Rosas Ceballos*
El sistema educativo mexicano privilegia la inclusión con el impulso de una reforma que aprobó planes y programas en el marco de la Nueva Escuela Mexicana (NEM). En el discurso promueve un enfoque pedagógico que atiende necesidades de la realidad, emplea metodologías eficientes, recursos que identifican, previenen y reducen las Barreras de Aprendizaje y Participación (BAP), definidas como limitantes del acceso y permanencia a oportunidades del aprendizaje, que producen rezago o marginación de los estudiantes.
El artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que la educación será laica, democrática, racional, equitativa, inclusiva, intercultural, integral y gratuita. De esta forma, la transversalidad de estos principios se inspira en un enfoque humanista.
¿Esto es una realidad? Revisemos 2 situaciones ocurridas en nuestro país, difundidas por medios de comunicación en sus entidades.
Tijuana. Septiembre de 2022. A Acoyani, estudiante indígena de la Escuela Secundaria número 4, Ricardo Flores Magón, ubicada en Jardines de La Mesa, se le negó el acceso por su cabellera larga, a pesar de que el titular de la Secretaría de Educación de Baja California, Gerardo Arturo Solís Benavides, afirmó preservar los derechos del estudiantado (El Imparcial).
Querétaro. Junio de 2022. Juan, estudiante otomí de 14 años, sufrió quemaduras de segundo y tercer grado debido a que 2 de sus compañeros le rociaron alcohol y le prendieron fuego por su origen étnico y supuestamente no hablar español (Excélsior).
Sobran las palabras. ¿Qué nos informan las estadísticas? En México, al menos 700 mil menores de 3 a 14 años, residentes en localidades rurales de alta marginación, no tienen acceso a educación, y otros 600 mil menores de 2 años, que viven en más de 30 mil pequeñas localidades, no reciben formación inicial, reconoce el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe).
Las situaciones y datos ilustran de forma abreviada barreras económicas, sociales y culturales, expresiones de desigualdad y discriminación dentro del sistema, faltando todavía aquella reforma educativa que proponga contribuir a la justicia y equidad para el desarrollo de la nación y cada uno de sus habitantes.
Desde nuestra perspectiva, leer, visualizar o escuchar faltas a los principios pedagógicos no es solo responsabilidad de instituciones educativas o gobiernos, sino de toda la sociedad. Lograr un sistema escolar incluyente que ofrezca educación de excelencia (como afirma el artículo tercero constitucional), implica repensar políticas, programas, prácticas, y comprometernos en la promoción de valores éticos y morales, formarnos en la aceptación de la diversidad y brindarles apoyo a los más vulnerables. Es imperativo, o el rezago perpetuo apresará a millones de mexicanos durante su vida.
*Estudiantes de cuarto semestre en la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad de Colima. Artículo escrito en el curso “Formación Ciudadana”, impartido por Juan Carlos Yáñez Velazco.
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