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COLUMNA: Diario de educación

Por Redacción Jun24,2024 #Opinión

Presente y futuro de la Universidad

Por Juan Carlos Yáñez Velazco

El viernes anterior, en la celebración de los 50 años de El Comentario, el Rector de la Universidad de Colima, Christian Jorge Torres Ortiz, propuso al director y sus colaboradores realizar una reflexión sobre el presente y, enfatizó, el futuro del periódico.  

Origen y horizonte obligan al análisis. El periódico, se recordó en el auditorio Gregorio Macedo López de la Facultad de Letras y Comunicación, nació contra las acechanzas gubernamentales en un momento de relaciones ríspidas. Luego creció, amplió funciones y es cuna de nuevos periodistas. Ahora, El Comentario debe cumplir su función pública y política, como medio informativo y, cuando las circunstancias lo exijan, convertirse en plataforma de argumentación racional defensora de la autonomía universitaria. Y la mejor manera de hacerlo es con un ejercicio periodístico innovador, crítico, universal y bien escrito, condición primaria.

Veremos qué resulta de la reflexión que realice El Comentario, aunque en esta clase de proyectos tengo como hipótesis que lo genuinamente valioso es el proceso: Quién convoca, a qué, para qué, quiénes son convocados, cómo se delibera, a favor de qué y contra qué. Confío en que el cincuentenario sea punto de arranque de una etapa de mayor vigor. Cuando la defensa de la Universidad sea necesaria, será mejor tenerlo fuerte, creíble, vivo.  

En mi lectura del discurso rectoral aleteaba la idea de que la convocatoria implicaba a la Universidad completa. Así es. Por la tarde, en su discurso de ingreso al Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Colima, el Rector expuso una agenda a partir de la historia reciente y los elementos del contexto. No hay duda, el nuevo periodo rectoral es ocasión para una disección profunda de la Universidad, sin tibiezas ni complacencias, que sólo favorecen mediocridad y simulación, cuando las fórmulas del pasado abundan en panteones.

Un diagnóstico profundo y abarcativo es obligado. Imagino que lo tienen o cocinan. Por ser mi materia de estudio, tengo claras algunas coordenadas por donde transitarán las universidades en las próximas décadas, en especial, nuestra Universidad: innovación en las carreras de licenciatura; los efectos de la jubilación masiva del personal académico, cuya consecuencias suelen ponderarse en la zona financiera, pero podrían hundir las académicas por la descapitalización cognitiva que arrastran; el peso del bachillerato es crucial en universidades como las de Colima, Guadalajara o la UNAM, por la cantidad de bachilleres que continúan hacia las facultades, en ese sentido, lo que se hace en la media superior, bien o mal, repercute en toda la institución.

Hay otras áreas estratégicas: incursión más vigorosa en materia digital; desburocratización y mejora sustancial de la gestión; inclusión social y democratización de decisiones. El imperativo de la gratuidad no es menor, como tampoco, la exigencia de más austeridad que le planteó la entonces candidata Claudia Sheinbaum a su Alma Mater, la UNAM. De este tema me ocuparé en otro momento, a partir del ejemplo del gobierno de Jalisco y la Universidad de Guadalajara.

En el sexenio actual la inversión en educación está estancada, aunque abunden jilgueros cantarines. Las cifras de la Secretaría de Educación Pública son elocuentes. No creció el presupuesto, porque las prioridades no están en el sistema educativo. No hay otros datos.

Las becas a los alumnos, bienvenidas, no resuelven uno solo de los problemas de equipamiento tecnológico de las escuelas, tampoco sus condiciones materiales, o el más crítico eje de la formación docente en una institución que se dedica a la preparación de personas, pero que trabaja con profesionales que no estudiaron para el oficio docente. Ni hablar de las necesidades de contratación de nuevos profesores por jubilaciones o ampliación de matrícula.

Los desafíos para las universidades, para la de Colima, son monumentales. Lo fueron siempre, hoy crecen por 3 factores: los resabios de la pandemia (pérdida de aprendizajes, obsolescencia de formas, disminución de la matrícula en el sistema); la aceleración científica y tecnológica, con 2 arietes que interpelan a las instituciones educativas, como la inteligencia artificial y la neurociencia, así como el derecho humano a la educación superior y los rezagos en su cumplimiento.  

Compromiso social, sentido de rumbo, trabajo colegiado, osadía y prácticas innovadoras serán indispensables para que la Universidad de Colima, a la mitad del siglo, sea más vigorosa que nunca.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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