Por Javier Albisu
Tras meses de dudas sobre el futuro de la transición ecológica en la Unión Europea durante el próximo mandato comunitario, la aritmética parlamentaria, los nombres propuestos para pilotar el proyecto comunitario y la agenda estratégica del bloque apuntan a que el Pacto Verde Europeo ha salvado los muebles.
En 2019, antes de que la pandemia de Covid y la invasión de Rusia sobre Ucrania pusieran el mundo patas arriba, los Veintisiete adoptaron la agenda estratégica que debía regir el primer mandato de Ursula Von der Leyen, en la que designaron como una de las grandes prioridades “construir una Europa climáticamente neutral, verde, justa y social”.
Y en la nueva hoja de ruta han mantenido esa senda para el segundo mandado que le han encargado a Von der Leyen, que parece que podrá obtener el respaldo del Parlamento Europeo a través del pacto entre populares, socialdemócratas y liberales, que podrían apoyar también los verdes.
“Fortaleceremos nuestra competitividad y nos convertiremos en el primer continente climáticamente neutro, logrando que las transiciones climática y digital sean un éxito, sin dejar a nadie atrás”, aseguran los jefes de Estado y de Gobierno en la nueva agenda para 2024-2029, que acompaña también al nombramiento del socialdemócrata portugués Antònio Costa como presidente del Consejo Europeo y la propuesta de la liberal estonia Kaja Kallas como alta representante para la Política Exterior.
El laboratorio de ideas E3G apunta que la agenda envía “señales de estabilidad en la transición verde de la UE” y agrega que los próximos pasos deben ser “alinearse con el objetivo climático de la UE para 2040 y un paquete de inversión”.
La política climática comunitaria, que aspira a liderar la vicepresidenta y ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, queda ligada en los documentos aprobados por el Consejo Europeo a la mejora de la competitividad, y esta al abaratamiento de los costes energéticos de la UE, y para ello los Veintisiete se conjuran para construir “una auténtica unión energética, asegurando el suministro de energía abundante, asequible y limpia”.
El enfoque mantiene siempre el objetivo de reforzar el mercado único, la joya de la corona de la economía europea que los Veintisiete quiere profundizar “aún más, especialmente en los ámbitos de la energía, las finanzas y las telecomunicaciones”.
Y subraya que los países de la UE seguirán avanzando hacia el compromiso de alcanzar la neutralidad climática en 2050, pero siendo “pragmáticos”, creando un “marco estable y predecible” y un “entorno más propicio” para impulsar las industrias verdes y las inversiones “en amplias infraestructuras transfronterizas para energía, agua, transporte y comunicaciones”.
La patronal comunitaria de las eléctricas, Eurelectric, ha celebrado el renovado compromiso de la UE “con las transiciones verde y digital” en una agenda que reconoce necesaria “una electrificación ambiciosa utilizando todas las soluciones netas cero y bajas en carbono (energía nuclear), e inversión en redes, almacenamiento e interconexiones”.
Biodiversidad
La economía circular también sigue presente en el plan, con el objetivo de fomentar un sistema “más eficiente en el uso de recursos, impulsando el desarrollo industrial de tecnologías limpias, aprovechando todos los beneficios de la bioeconomía y adoptando una movilidad limpia e inteligente con una infraestructura de red adecuada”.
E incluso la crisis de la biodiversidad aparece específicamente mencionada en los textos, pese a que había ido perfilándose como el eslabón más débil del consenso político sobre la transición ecológica, con punto álgido en la politizada, controvertida y dramática tramitación y adopción de la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE.
“Nuestro entorno natural se enfrenta a daños y perturbaciones cada vez mayores debido al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”, señala en el capítulo donde describen los desafíos en un paisaje político global “inestable”, en un documento en el que los Veintisiete negocian cada palabra.
Oenegés
Varias organizaciones ecologistas han celebrado los nombramientos y el tono de los compromisos políticos, pero no bajan la guardia.
Como WWF que pide a Von der Leyen que “resista” a los llamados “para retroceder”, incluso de los suyos, o la Red de Acción Climática, que “da la bienvenida” a los compromisos pese a que esperaba “más que caminos vagos”.
Mucho más crítica con las prioridades del bloque se muestra, sin embargo, Greenpeace, que concluye que las prioridades fijadas contribuyen a “acelerar la era de la extinción” al diseñar un plan para “priorizar las ganancias empresariales y el gasto militar sobre la protección de la naturaleza para garantizar un futuro mejor”.
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