Colima, la violencia
Por Rogelio Guedea
Es difícil convencer a la ciudadanía de que el Gobierno Estatal y los gobiernos municipales gobernados por Morena lo están haciendo mal, o medianamente mal, cuando en las pasadas elecciones este partido político arrasó prácticamente en las urnas, generando la impresión de que al haber sido refrendados con ese triunfo esto, por extensión, tendría como causa su buena gobernanza. Sin embargo, bien sabemos que en los triunfos electorales inciden muchos factores que no necesariamente están relacionados con el verdadero bienestar de la población, o por lo menos de sus sectores mayoritarios, y que, por tanto, ganar o no una elección no siempre significa ratificar un buen o mal trabajo realizado por ese específico partido político durante su gobierno. Si tomamos en cuenta que la principal función de un gobierno es preservar la paz en la sociedad (y con ello la vida y la propiedad de sus integrantes), no conseguirlo entonces significaría que la tal función de ese gobierno sería fallida, tan simple como eso. En Colima, el pasado fenómeno de las elecciones, en donde, como en muchos estados, arrasó Morena, ha dejado la impresión de que el Gobierno Estatal y los municipales, de filiación morenista, lo han estado haciendo bien en el específico rubro de la seguridad, pero a ojos vistas está más que claro que las corporaciones policiacas y la estrategia de combate a la violencia están en la peor crisis desde que empezara el gobierno indirista. ¿Qué ha faltado? Ha faltado, sobre todo, un plan de contención efectivo, real, contundente, que cohesione la labor del Gobierno Federal con el Gobierno Estatal y los municipales. Las labores preventivas han sido erráticas, como erráticas han sido las labores curativas. Ni ha funcionado la Policía Estatal Preventiva como no lo han hecho las municipales. La Fiscalía no se sabe ya si aún exista, y vaya que su labor es importante para perseguir el delito. Los altos mandos parecen bajos frente a la delincuencia. Se asesina a plena luz del día. Antier asesinaron a una mujer delante de su hijito de apenas un año de edad. Solo ese día se ejecutaron 6 crímenes. Ayer, unos encapuchados ingresaron a un restaurante y robaron a los clientes casi un millón de pesos. No hace mucho asesinaron a una mujer en el pleno centro de la ciudad, en una zona en extremo transitada y muy cercana a Palacio Municipal. Son incontables los hechos delictivos: se roba, se extorsiona. Se vive en un estado sin ley, eso es lo que dice ya el común de la gente. El gobierno de Indira Vizcaíno necesita dar ya un manotazo sobre la mesa. En realidad, no se puede vivir en este clima de seguridad. Hay mucho dolor, dolor que uno puede sentir cercano, familiar. Morena va a gobernar la mayoría de los municipios próximamente, ¿será eso positivo para una mejor coordinación entre el gobierno estatal y los municipales en términos de seguridad? Eso se esperaría, pero también se corre el riesgo de que las autoridades se sientan seguras de que, derivado del triunfo electoral, la violencia sea un asunto de mera percepción ciudadana, un asunto de mafias del poder, y todo esté tan tranquilo como lo estuvimos hace muchos años, cuando todavía podíamos ir a un restaurante o caminar una calle sin el temor de ser alcanzados por una bala perdida.
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