La desigualdad en el conocimiento desde las prácticas comunicativas digitales de los jóvenes
Por Beatriz Paulina Rivera Cervantes*
El estudio de las audiencias, vistas como receptoras pasivas de información, ha quedado en el pasado. La producción de contenidos digitales hoy en día se da tanto en las industrias culturales, como por cualquier sujeto que maneje hábilmente las tecnologías de información y comunicación, convirtiéndolos en activistas de saberes y líderes de opinión, al contar, también, con otras capacidades como aquellas de la transformación de contenidos a diferentes formatos digitales otorgando nuevos significados a lo conocido, desconocido y reconocido por las audiencias.
Esta serie de habilidades de la persona que comunica, se posiciona generalmente en las y los jóvenes, que han originado una promoción y expansión de contenidos, que han sido creados en objetos tecnológicos, que dictan su forma de ser, de hacer comunicación y la piensan con otras posibilidades; es decir, conocen conceptos, procedimientos y actúan, de cierta manera ante esas formas de conocimiento digital.
Por ende, las necesidades comunicativas digitales tienen retos epistemológicos, con reflexiones teóricas que coadyuvan en la conceptualización de las formas de producción, difusión y apropiación del conocimiento, tanto en lo particular como en lo colectivo, que se da en estos ecosistemas comunicativos digitales.
En los procesos de interacción social, marcados por las esferas digitales, se cultivan en las y los jóvenes culturas participativas en las que tienen aprendizajes en ocasiones, más significativos que los que se obtienen en los entornos escolares y entonces tenemos un reto mayor, porque las y los docentes compiten con esos nuevos contextos para el conocer; contextos en los que las y los estudiantes desarrollan capacidades para gestionar el conocimiento y en los que hay implicaciones comunicativas que demandan su estudio. Pero, ¿qué sucede con las y los jóvenes que no potencian su autonomía para conocer a través del uso óptimo de las tecnologías de la información y de la comunicación? La respuesta es clara: se abren ante ellas y ellos desigualdades de conocimiento que les desfavorece y les hace menos competitivos y competentes.
Las y los jóvenes de hoy practican la comunicación digital en plataformas y redes sociales, con grupos de personas que comparten un interés común y en ocasiones, la comunicación se da hasta entre personas desconocidas; aun así se comparten, supuestas verdades y saberes que le dan sentido a dichas situaciones comunicativas a través del ciberhabla, en la que hay escritura, oralidad, escucha y lectura; por lo tanto, en la emisión de estos signos también hay procesos receptivos en los que interviene la decodificación cargada de signos, tales como símbolos, íconos y demás elementos que pueden estar plasmados en palabras, audios e imágenes. Analizar todo ello, en variaciones de lenguajes propios de cada comunidad digital, en la que se transfieren todo tipo de conocimientos, es un universo de posibilidades de estudio.
Las estrategias de apropiación y comunicación de contenidos para producir conocimiento merecen valorarse desde la academia, puesto que ignorarlas solo aportaría a la configuración de desventajas en la apropiación de saberes tecnológicos y comunicacionales, que son vitales para desarrollar ciudadanías informadas y competentes en la toma de decisiones para el mejoramiento de la vida de las y de los jóvenes y de sus entornos.
Para ello, desde los espacios formales de enseñanza, debe capacitarse al profesorado para identificar las habilidades digitales de comunicación de las y de los jóvenes y evitar el ahondamiento de las desigualdades de conocimiento que, a su vez, puedan detonar, además, en desigualdades sociales al no generar en las y en los jóvenes agenciamiento para conocer mejor el mundo, o al no promover la identificación de información veraz, sino por el contrario, crear estrategias para tener objetividad en la selección de información antes de generar una nueva a partir de esa que se recibió, para identificar los aspectos esenciales de la realidad y tener claridad en lo que se conoce.
Las comunidades de prácticas colaborativas digitales seguirán ahí, ya sea como espacios para el agenciamiento social a través de narrativas participativas para el reduccionismo o ampliación de conocimientos; para la toma responsable de decisiones o para el acceso al conocimiento digital. Por ende, se tiene la oportunidad de impulsar en las y en los jóvenes quehaceres cognitivos claros para la gestión del conocimiento mediante procesos interactivos y atractivos para ellas y ellos, que les facilite la identificación de nuevas necesidades de conocimiento veraz y objetivo, y pertenecer, así a una ciudadanía digital, de manera ética, responsable y crítica.
Para conocer más sobre el tema se puede consultar el artículo “Estudio del alfabetismo transmedia para la formación de comunicadores: una perspectiva desde las desigualdades de conocimiento”, disponible en: https://anuario.coneicc.org.mx/index.php/anuarioconeicc/article/view/534/322
*Profesora investigadora de la licenciatura en Comunicación y del Doctorado en Estudios Socioculturales sobre las Desigualdades de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima
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