Por Amador Contreras Torres
Segunda de 2 partes
Lo relevante. Como si fuera una metáfora de la debilidad estructural del partido tricolor en los nuevos tiempos, el PRI estatal cambia su sede de la avenida Juárez a las instalaciones del PRI municipal por avenida 20 de noviembre. El dirigente estatal Kike Rojas estrena sus nuevas oficinas y tendrá que trabajar muy duro y convocar a la militancia y a la sociedad colimense para recuperar el antiguo esplendor de este partido que aún conserva presencia y fuerza política, pues ganó 3 importantes alcaldías en los recientes comicios del 2 de junio. A la distancia se observa como un grave error que no se haya construido la sede del PRI estatal en los terrenos de la Calzada Galván, aunado a los malos resultados de la gestión de Nacho Peralta, que se saldaron con la derrota en las urnas y la llegada de Morena a la gubernatura. La Villa. Por cierto, en La Villa, la alcaldesa Tey Gutiérrez está cerrando fuerte su gestión con obras muy importantes en todo el municipio además de 6 brigadas de bacheo que permanentemente atienden los daños causados por lluvias. En lo que concierne a Riult Rivera, presidente electo de Colima, ya integra con su equipo de trabajo más cercano un ambicioso proyecto de trabajo para dar respuesta integral a las demandas populares en el municipio capitalino, incluyendo una serie de acciones importantes para los primeros 100 días de gobierno. Margarita trabajó muy bien y cierra a tambor batiente, sin embargo, observamos que los recursos son insuficientes a juzgar por el mal estado de calles y avenidas debido a las recientes precipitaciones pluviales que han tenido un doble efecto positivo y negativo. Lo bueno, han llenado las presas y los mantos acuíferos del estado, lo que es sano para enfrentar el estrés hídrico de los años recientes, pero al mismo tiempo han destrozado la carpeta asfáltica de las calles y avenidas de la zona metropolitana de Colima y Villa de Álvarez. Tensiones. Crecen las tensiones políticas por él tema de la reforma del Poder Judicial y la opinión en contra de los poderes fácticos como es el caso de la Casa Blanca, los empresarios y los mercados financieros internacionales, que han calificado a la reforma del Poder Judicial como una amenaza a la democracia y a la división de poderes. Pese a las protestas en las calles y al paro nacional convocado por los trabajadores, jueces y magistrados del Poder Judicial Federal, en todo el territorio nacional, pareciera que la reforma judicial va, y se va a concretar para que los jueces sean elegidos por voto popular o una tómbola. Persisten los desacuerdos nacionales y las presiones internacionales en contra de esta reforma al marco constitucional. En este sentido, el Departamento de Estado, de los Estados Unidos de América ha endurecido su discurso y su accionar en contra de la reforma al Poder Judicial propuesta por Morena. Esto se viene a sumar a las fuertes declaraciones del embajador de ese país en México, Ken Salazar, quien dijo que, en su experiencia como Fiscal en Colorado, USA y en su larga trayectoria como funcionario, esa reforma sería un grave error. El presidente López Obrador ha salido al paso de estos cuestionamientos y acusa una injerencia externa inaceptable para un país soberano como lo es México. Ante esto, el embajador Ken Salazar, por toda respuesta acudió a la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la presidenta Norma Piña, a quien llamó su amiga y dijo que la visión de Estados Unidos en los próximos años y décadas es trabajar muy de la mano con el poder judicial de México, lo que se interpreta como un abierto deslinde respecto del presidente López Obrador y esta reforma que es muy polémica. Veremos y diremos que sucede en la agenda nacional en las próximas semanas en un cierre de sexenio que se vislumbra fuerte y trepidante, con serios problemas económicos y fuertes presiones externas sobre el valor del peso frente al dólar. Pese a todo, en las encuestas más recientes como la de El Universal dan cuenta que el presidente AMLO goza de una gran popularidad y se va con el 73% de aprobación, lo que es muy alto comparado con algunos de sus predecesores en el cargo como Carlos Salinas, Vicente Fox o Felipe Calderón. No se diga Enrique Peña Nieto quien terminó su sexenio con pésima imagen y una baja sustancial en su popularidad que se saldó con la derrota electoral en las urnas, luego de los escándalos de la mansión de la Casa Blanca y la matanza en Iguala, Guerrero, el llamado caso Ayotzinapa que permanece como una herida abierta en el corazón de la agenda nacional.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.
