Vie. Nov 22nd, 2024

COLUMNA: Tejabán

Por Redacción Sep2,2024

Viaje

Por Carlos Ramírez Vuelvas

Así comienza el viaje.

Un pie al frente, sin pensarlo demasiado, confiado sólo en seguir adelante.

Si dudas, que suele suceder, el viaje se ha cancelado. Yo he cancelado viajes porque, de último minuto, he dudado en algo. No porque dudara del destino (a pesar de todo, soy un hombre de fe, piadoso de la esperanza).

Dudé otras cosas.

Por ejemplo, si era mejor viajar en automóvil o en avión, si era mejor llevar ropa para el frío, o ropa ligera. Esas dudas, pequeñas, nimias, breves, han logrado cancelar la idea de un viaje.

También las discusiones de último momento, los ataques inesperados de ira, que seguramente es miedo y, en el fondo, duda. 

Un gran viajero durante su juventud, nuestro poeta Víctor Manuel Cárdenas, escribió hermosos poemas para celebrar los viajes: la vida enseña con los viajes, decía, para luego contar la anécdota de cuando conoció Chiapas, Egipto o Bélgica.

Por el contrario, socarrón y burlesco, Jorge Ibargüengoitia, que murió en un accidente aéreo, decía que lo único para lo que sirven los viajes es para estreñirse. Amante de Cuévano, que es Guanajuato, Ibargüengoitia rememoraba que durante el día podía vivir en la Ciudad de México, pero todas las noches, en los sueños, volvía a su casa de Paseo de la Presa.

Yo he tenido en suerte en viajar. Y he aprendido muchísimo, mientras padezco el viaje en sí mismo, mientras me reinvento para tratar de ser, por un momento, la antípoda de un turista: un ciudadano.

Pero tal vez por el ermitaño que me habita, o por el hogareño del que me jacto, creo que los días más amados son aquellos en los que después de una travesía, he vuelto a casa, abro puertas y ventanas, y dejo que el aire familiar del hogar me dé la bienvenida.  

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