Desigualdad y elementos que condicionan el logro académico en México
Por Doctor Jaime Moreles Vázquez
La persistencia del nivel socioeconómico de la familia y de la escolaridad de los padres como condicionantes del logro académico. Revisé el peso de tales elementos en los reportes más recientes de PLANEA (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes), 2015 y 2017. En esos reportes el nivel socioeconómico se estima a partir de la posesión de Recursos Familiares Asociados al Bienestar (RFAB), mientras que la escolaridad de padres de los años concluidos de educación formal.
Según PLANEA, los aprendizajes medidos muestran lo que los estudiantes saben del contenido escolar y son fundamentales para la transición entre niveles educativos y para la adquisición de nuevos aprendizajes.
En las últimas décadas, las pruebas estandarizadas se han empleado para hacer rankings de escuelas y de sistemas, distribuir turnos escolares, entre otros excesos que han generado competencia, simulación, así como la enseñanza basada en la prueba; también se han utilizado para valorar el desempeño docente, incentivar económicamente a los profesores o para sancionarlos.
En un entorno de desigualdad, esas prácticas han contribuido a la operación del sistema educativo como sistema de selección natural, debido a que en casi todos los niveles el logro académico depende de elementos que están fuera de la competencia de los estudiantes, principalmente en la educación básica, primaria y secundaria.
La desigualdad es la distribución diferenciada de bienes sociales; la desigualdad educativa comprende diferencias en el acceso, los recursos, la infraestructura y la calidad de la educación, y, explica la permanencia, el egreso y el logro académico.
El logro académico depende de elementos individuales, familiares y contextuales, lugar de nacimiento y residencia, nivel socioeconómico, estatus ocupacional y nivel educativo de los padres, clima escolar y del aula, entre otros.
El nivel socioeconómico de la familia sobresale porque condiciona los capitales cultural y social, que generan un ambiente más propicio para la educación. El nivel de escolaridad de los padres también destaca, pues padres escolarizados promueven un entorno favorable para las expectativas educativas y construyen buenas relaciones con la escuela.
Los reportes PLANEA muestran que la posesión de RFAB está relacionada a la obtención de mejores puntajes sin importar si se trata de Lenguaje y Comunicación o Matemáticas, que son las disciplinas evaluadas, o bien, del grado que el estudiante cursa como sexto de primaria, tercero de secundaria o último grado de bachillerato. La posesión de RFAB supone diferencias de 100 a 150 puntos entre los niveles de desempeño.
El nivel de escolaridad de los padres comprende una de las brechas más amplias en los resultados; 161 puntos entre quienes tienen padres con escolaridad de estudios superiores o más y quienes declaran que sus padres no estudiaron o que no concluyeron la primaria.
El peso y la persistencia de ambos elementos los conocemos desde hace más de medio siglo cuando se difundió el controversial informe Coleman, en el que se argüía que la escuela no tiene influencia significativa en el desempeño académico, como sí la tienen elementos referidos a los niveles socioeconómico y cultural de las familias.
Lo anterior se debe a la desigualdad. Todas las desigualdades se explican mediante las desigualdades educativas. La persistencia de esos elementos en la explicación del logro académico ha sido evidenciada en las diversas pruebas que se han aplicado en México.
Los diferentes gobiernos han buscado abatir la desigualdad desde la educación, de la modernización educativa a la equidad, la calidad y/o la excelencia. Sin embargo, apenas ha menguado el desafío. La sobredimensión que se le ha otorgado a las pruebas habría orientado la acción pública al recinto escolar y al trabajo de algunos de sus actores, dejando de lado que las principales causas del logro académico están fuera de las escuelas.
También se han subutilizado reportes como los de PLANEA, aunque representan un insumo para conocer más sobre los procesos educativos y delinear alternativas para la acción pública. Por ejemplo, PLANEA muestra que el clima escolar, las altas expectativas de los estudiantes y el compromiso con las tareas, generan un incremento de hasta 90 puntos en las dos disciplinas evaluadas.
En la articulación de esos elementos el trabajo docente es crucial, según ha mostrado la investigación educativa por décadas, aunque ese y otros hallazgos también han quedado en segundo término en la hechura de políticas.
Para más información puede consultar el siguiente enlace: https://doi.org/10.31391/S2007-7033(2024)0062-018
*Profesor investigador de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima
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