Por Marcial Aviña Iglesias
Como si se tratase de Rip Van Winkle, ese personaje creado por el estadounidense Washington Irving, que después de beber un extraño licor proporcionado por unos duendecillos se acostó cansado de cortar árboles y al despertar habían pasado 20 años, su esposa ya había muerto, no vio crecer a sus hijos, Estados Unidos era independiente, en fin, empezó a vivir en otros tiempos, así sucedió, pero de verdad en la antigua Europa de 1582, una noche del 4 de octubre la gente se fue a dormir y despertaron el día 15. ¿Weeee, no marches, se durmieron una semana y media?
¡Nooooo! El Papa Gregorio XIII y sus expertos matemáticos con tal de empalmar los calendarios de varios países y dar origen a nuestro calendario gregoriano -ahora ya sabemos, el por qué del nombrecito-, eliminaron 10 días de octubre dando origen a situaciones como si las hubiera imaginado Salvador Dalí, pues al cruzar una frontera era como si viajaras en el tiempo, pues existía la probabilidad de adelantar o atrasar 10 días de un país a otro, algunas personas creían haber perdido 10 días de su vida, lo que les acercaba más al umbral de la Muerte; es más, hubo quienes perdieron ese año su cumpleaños.
Y es que, los días con sus 24 horas, cual hierro nos marca a través del reloj y sus números. Con ellos dividimos los alimentos, empezamos un nuevo día, cumplimos las jornadas laborales; es más, un reloj checador nos mantiene comprometidos con el empleo; además, para variar, tenemos relojes en el teléfono celular, la Tablet, la computadora, en la sala de casa, en el coche y hasta las pantallas. Uno llega a creer que ese cronómetro que marca nuestras vidas, como lo es el reloj, lleva toda la vida entre nosotros; pues no, fue una herencia de la Revolución Industrial.
Pero la neta, sí crees saber qué hora es en estos momentos que perdías tu tiempo leyendo esto que no escribí para ti, lo sabías hace 7.24 segundos, pues ya va dejando de serlo, para ser un tiempo nuevo que únicamente existe cuando nos fijamos en las acciones que realizamos, o sea, nosotros somos quienes imaginamos un pasado irrepetible, un futuro ilusorio y un presente perecedero, deja de cavilar en cómo hacer que te rindan los días, recuerda que en octubre de 1582, muchos perdieron 240 horas en una noche.
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