Por Jesús Centeno
China será prudente y pedirá a la comunidad internacional esfuerzos para lograr una transición política en Siria que evite “el caos regional”, según expertos del país asiático, uno de los últimos grandes aliados del régimen del derrocado Bachar al Asad.
Cuando comenzó el conflicto en ese país hace ya más de una década, Pekín mantuvo una posición neutral, recibiendo en su territorio tanto a representantes del Gobierno como de la oposición, a los que instaba a resolver el conflicto mediante la negociación.
Sin embargo, una vez Al Asad reforzó su dominio, China se posicionó del lado del oficialismo y acabó por oponerse a las sanciones internacionales contra el régimen del gobernante, que finalmente visitó el gigante asiático en septiembre de 2023.
En aquella visita, ambos países anunciaron el establecimiento de una “asociación estratégica” llamada a marcar un “hito” en sus relaciones, y el líder chino, Xi Jinping, aseveró que Pekín estaba dispuesto a trabajar con Siria para “seguir apoyándose firme y mutuamente en las cuestiones tocantes a sus respectivos intereses y principales preocupaciones”.
“China respalda los esfuerzos de Siria para oponerse a injerencias extranjeras”, señaló Xi en ese encuentro, mostrando su apoyo para que la Siria de Al Asad pudiera “llevar a cabo un proceso de reconstrucción”.
Aquel viaje de Al Asad a China fue el primero a este país desde el estallido de la guerra civil siria en 2011, aunque antes del conflicto sí había visitado esta nación, que en los últimos años ha tratado de hacer oír su voz en Oriente Medio apuntándose un éxito como la mediación en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí.
No obstante, el derrumbe del régimen deja contrariado a Pekín, que había apostado por proteger sus intereses en la zona sin que eso suponga un aumento significativo de su influencia política o estratégica en la región.
Según los expertos locales, es de esperar que China, uno de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, sea cauta y apueste por defender su tradicional principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países -el mismo cuya aplicación reclama para sí en casos como los de Xinjiang, Tíbet y Hong Kong- y por pedir negociaciones para evitar males mayores.
“No debemos permitir que la situación en Siria pase de ser un desastre a un caos que deteriore aún más la situación en la región”, comenta a la prensa local el académico Gao Zhikai, subdirector del Centro para China y la Globalización.
Según Gao, “la comunidad internacional puede hacer mucho”, empezando por “un llamamiento a la paz” y presión para que haya negociaciones entre las diferentes facciones de la oposición con vistas a que el conflicto “cese de inmediato”.
Gao espera apoyo para el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que el domingo aseguró que el futuro de Siria lo debe determinar su pueblo y que se necesita “el apoyo de la comunidad internacional para garantizar que cualquier transición política sea incluyente y amplia y que satisfaga las aspiraciones legítimas del pueblo de Siria, en toda su diversidad”.
En estos mismos términos se expresó hoy la portavoz de Exteriores Mao Ning, quien señaló en la rueda diaria del Ministerio que “el futuro de Siria lo deben decidir los sirios”, manifestando su esperanza de que “todas las partes implicadas puedan encontrar una solución política que solucione la crisis lo antes posible” y que la soberanía e integridad territorial del país sea respetada.
“Es fundamental que las Naciones Unidas y otras organizaciones regionales formulen propuestas conciliadoras”, incide Gao, mientras que otro experto, Niu Song, de la Universidad de Estudios Internacionales de Shanghai, echa la vista atrás y argumenta que las sanciones económicas externas “debilitaron enormemente” al Gobierno de Al Asar, responsabilizando indirectamente de la crisis a Estados Unidos.
Y es que China buscaba también que Siria participara en proyectos vinculados a las Nuevas Rutas de la Seda, el colosal proyecto de infraestructuras con el que Pekín pretende generar una red comercial internacional y extender su influencia a nivel global, “dada su ubicación y su papel importante en la región”, según afirmó el máximo jefe de la diplomacia china, Wang Yi, en una visita sorpresa a Damasco hace ahora 3 años.
El problema ha sido, anota Niu, que algunos de los aliados tradicionales de Al Asad están “en una profunda crisis y no han podido proporcionar un fuerte apoyo militar y político al Gobierno sirio”, en aparente referencia a Rusia, país con el que China ha profundizado lazos mientras las relaciones de ambos con Occidente se han ido deteriorando.
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