Por Gustavo Borges
Si se para delante del espejo, la nadadora mexicana Laura Vaca no ve a la mujer de 70 años que es, sino a una elástica deportista, obsesionada con superarse a sí misma y, sobretodo, ratificarse como una burlona del paso del tiempo.
“Yo podría competir contra las menores de 60 y no me iría mal; me mantengo elástica y aunque he perdido fuerza, trabajo en el gimnasio para recuperarla”, aseguró a EFE Vaca, finalista olímpica en México 1968, quien este mes ganó cinco medallas de oro en los Mundiales máster de Japón.
De adolescente alcanzó las finales de 800 metros estilo libre y 400 combinados en los Juegos Olímpicos organizados en su país; volvió a nadar en los de Munich 1972, después de lo cual se retiró a los 19 años. Sin embargo, no soportó la soledad de estar fuera del agua y años después regresó a competir en las categorías por edades.
“El deporte me ha enseñado la disciplina, la perseverancia; tendemos a la perfección y a la vez somos extremistas. O lo hacemos bien o no lo hacemos. No nos gustan las cosas a medias”, dice.
Camina erecta, su mirada sigue pícara y sus manos apenas muestras las cicatrices del paso de los años. Si se necesita un dato para confirmar su condición de mujer casi eterna hay uno convincente: En la prueba de los 800 libres, Laura nada apenas 2:13 minutos más lento que hace 55 años, cuando era una de las ocho mejores del mundo.
En el Mundial la mexicana ganó las pruebas de 400 y 800 libres, 400 y 800 combinados y 200 metros mariposa. Esta última prueba la asume como forma de no acomodarse; ella, nadadora de larga distancia, intenta un reto mayor en una prueba de velocidad.
“Me gusta lo difícil; es la prueba más dura del programa olímpico. Por la resistencia y por la estrategia. Se necesita mucho aguante mental, repites que hay que llegar sin disminuir el ritmo. Yo soy fondista y debo hacer un entrenamiento específico para esa competencia”, explica.
Laura se entrena cinco días a la semana. No lo hace con sacrificio porque su idea es que el trabajo significa inversión para cumplir las metas.
Tiene en su historial un cruce doble al Canal de La Mancha, una travesía de Napoli a Capri, en Italia y le dio la vuelta a Manhattan. Quien no la conoce, puede suponer que a su edad ya no está para excesos en aguas abiertas; ella piensa diferente.
“Si hago un cruce de esos a los 75 años sin traje de neopreno, seré la primera mujer de la historia que consiga eso; podría pasar, aunque de momento voy un día a la vez”.
Lo dice y sabe que eso del día a día es una verdad a medias. Algo de ella está en el futuro cercano; por ejemplo, imagina que en el 2024 podría irse al campeonato panamericano en Trinidad y Tobago y allí buscar el récord mundial de su edad los 200 mariposa.
Cuando Laura Vaca se mira en el espejo ve a una mujer vital. A la gente de su edad en México le dan una tarjeta para tener descuentos en el transporte y gozar de otras prestaciones. A ella la Federación Internacional le da medallas por ser cinco veces campeona mundial.
– ¿Hasta cuándo seguirá con esto?
– No sé hasta dónde me alcanzará la vida, pero si la conservo para el año 2053, no estaría mal echarme al agua con 100 años. Un tramito de 50 metros de mariposa sonarían bien.
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