Elección presidencial en EUA: Retos y oportuniades
Por Alejandro Bernal Astorga
La elección presidencial de EUA es importante por los efectos económicos, comerciales, políticos, sociales y diplomáticos para México.
Nuestro país comparte una línea fronteriza de 3,152 kilómetros con EUA; 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a este país; los ingresos por remesas provenientes de EUA en México alcanzaron los 65 mil millones de dólares en 2024; 38% de la inversión extranjera directa en México es estadounidense y más de 1 millón de personas y 70 mil camiones de carga cruzan a diario la frontera.
Es por ello que el intercambio comercial con EUA genera para México el 21% de su Producto Interno Bruto y los 10 estados fronterizos de ambos países conforman la cuarta economía mundial.
En este contexto, los sucesos en torno a la elección presidencial estadounidense pueden reflejarse en las fluctuaciones del tipo de cambio del peso con respecto al dólar y del índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores, así como en los niveles de captación de inversión extranjera directa e indirecta.
Habría que considerar, además, las propuestas del gobierno electo estadounidense en política comercial, específicamente sobre el T-MEC y su visión sobre comercio internacional, regulaciones laborales, ambientales, migratorias y fiscales. Asimismo, las actividades económicas que impulsarían y que inciden favorable o desfavorablemente, en el envío de remesas de a México
Durante su campaña, Trump nuevamente hizo del proteccionismo comercial una estrategia para ganar votos y reducir el déficit comercial que Estados Unidos tiene con países como México, advirtiendo la imposición de impuestos a la importación que podían ir de un 10 a un 25% buscando recuperar y reposicionar a la base industrial estadounidense.
Estos aranceles estarían dirigidos principalmente a la industria automotriz y de autopartes mexicana, que se distingue por su dinamismo y liderazgo en el mercado EUA y que hoy aporta casi el 4% del Producto Interno Bruto (PIB).
Es evidente que la aplicación unilateral de aranceles traería consecuencias económicas negativas para ambos lados de la frontera.
En este contexto, los mercados fluctuarían y reaccionarían positiva o negativamente en función de sus intereses y su relación con el triunfador de las elecciones: los inversionistas y las empresas ganarían si están dentro de territorio estadounidense y, por tanto, del lado de los estímulos fiscales prometidos o estarían en riesgo al estar fuera del mismo, por la amenaza de imposiciones arancelarias.
La fórmula de solución negociada anteriormente y que pudiera repetirse, sería la no aplicación aranceles a cambio de la reducción de los niveles de migración mexicana y centroamericana hacia EUA, a través del despliegue de la guardia nacional en los principales puntos fronterizos.
En este entorno cobra aun mayor importancia la próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) a realizarse en julio de 2026. El T-MEC tiene una vigencia de 16 años (hasta 2036), y, los gobiernos socios decidirán si extienden su vigencia por 6 años más (hasta 2042) o si realizarán revisiones anuales hasta cumplir su vigencia original (2036).
Un elemento adicional a estos retos comerciales es el hecho de que la relación comercial entre México y Estados Unidos se consolidó en tiempos en que se privilegiaban las instituciones por encima de posturas ideológicas o personales y que hoy ambos gobiernos pudieran ser autocráticos en sus posturas y decisiones, al contar con la mayoría en sus poderes legislativos.
El presidente electo de los EUA regresa al poder este 20 de enero del 2025 con tres tipos de promesas y amenazas: las propias de una campaña, en la que se hacen afirmaciones con el fin de ganar votos; las que se lanzan como una amenaza velada para conseguir beneficios adicionales en las negociaciones comerciales con otros países y las que tienen un argumento técnico y sensato de soporte que, serán muy probablemente, una realidad económica.
Sin duda la conformación de un equipo de trabajo para que se distinga por su liderazgo, representatividad, capacidad, experiencia, congruencia y lealtad, será clave para sostener y llevar a buen término las negociaciones entre una presidenta que inicia su Gobierno y un presidente electo que va por su segundo mandato.
¡Tiempo al tiempo!
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