La reciente instalación de 33 comisiones por parte de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), marca un momento crucial en la evolución de la educación superior en México. Esas comisiones, diseñadas para analizar, recomendar y evaluar políticas estratégicas, representan un esfuerzo colectivo para enfrentar los retos de un Mundo en constante transformación.
Es alentador constatar que la Universidad de Colima (UdeC) no solo participa activamente en ese proceso, sino que se encuentra en una posición de liderazgo. El nombramiento del Rector, Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, como presidente de la Comisión de Internacionalización, es un reconocimiento al papel protagónico de nuestra institución en ese ámbito. La internacionalización no es solo una meta, sino un eje estratégico que refuerza la calidad académica, fomenta la colaboración global y enriquece la formación de nuestros estudiantes.
El esfuerzo conjunto de la ANUIES, la Secretaría de Educación Pública (SEP), la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECHITI) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), plasmado en el “Acuerdo Nacional para Fortalecer la Formación Profesional, el Conocimiento Tecnológico y la Innovación”, es un claro ejemplo de cómo la educación debe alinearse con las necesidades del país. Ese enfoque, que prioriza la vinculación con el mercado laboral, la promoción de la investigación aplicada y la creación de un ecosistema educativo innovador, es un modelo que debe replicarse en todos los niveles del sistema educativo.
La tarea no será sencilla. Los retos son complejos y exigen la participación colegiada de especialistas, académicos y representantes del sector productivo. Sin embargo, la instalación de esas comisiones demuestra que las universidades mexicanas están dispuestas a asumir su responsabilidad histórica como agentes de cambio social y promotoras del desarrollo.
La Universidad de Colima reafirma, una vez más, su compromiso con el progreso del país, contribuyendo desde su trinchera a la construcción de una educación superior más equitativa, pertinente y de calidad. Ese paso no solo fortalece a las instituciones educativas, sino que también genera esperanza para un futuro donde el conocimiento y la innovación sean los motores del bienestar colectivo.