Por Marcial Aviña Iglesias
Una voz popular asegura que el ocio es la madre de todos los vicios, y no está equivocada en tal afirmación. Si fuera errónea, amigo lector, ¿por qué existe tanta delincuencia en el Mundo? Si no fuera por culpa del ocio, ¿por qué hay personas que no encuentran nada productivo que hacer para mejorar su vida y, ante la falta de talento, recurren a la salida fácil, como robar, extorsionar, secuestrar o prostituirse? Por supuesto, dirás que no todo se debe a esa inacción o al abuso desmedido del tiempo libre; también es cierto que la precaria situación económica actual ha generado desempleo.
Sin embargo, hay un hecho cierto: existen empleos disponibles. Que las personas no quieran ocupar esos puestos es otra cuestión. Resulta más cómodo intentar ganarse la vida de manera sencilla y rápida a expensas de quienes sí trabajan. Volviendo al tema del ocio, muchas veces estar sin hacer nada afecta a las personas mentalmente. Por ejemplo, genera ansiedad que, con el tiempo, se convierte en nerviosismo. Cuando estamos inactivos, buscamos en qué ocuparnos, ya sea mordiéndonos las uñas, molestando a los demás o teniendo pensamientos extraños, como espiar a los de al lado.
Los distractores que nos inventamos para controlar esa ansiedad son numerosos. Esperamos el fin de semana para embriagarnos e intentar ser felices, consumimos estupefacientes con el pretexto de evadir la realidad o comemos a todas horas como si los alimentos fueran a escasear. Todos estos comportamientos repetidos se transforman en vicios; sin duda, estos abusos nos conducirán a la autodestrucción.
Cuando una persona pierde la razón debido a la angustia y busca un pretexto para autodestruirse o no puede controlar sus emociones, es necesario apoyarse en alguna institución que brinde asistencia moral, psicológica y social. Bajo estas premisas se han creado grupos anónimos que, a través de diversos programas de autoayuda, pretenden ayudar a quienes allí se agrupan a recuperarse de su dependencia, ya sea alcoholismo, drogadicción, gula o neurosis.
Los métodos desarrollados en estas asociaciones son tan efectivos que muchas veces me he preguntado: ¿por qué no se crea un grupo de “perversos anónimos”? Este grupo estaría dedicado a atender a aquellos individuos que viven en una jungla social donde luchan por ver quién es más importante o quién tiene el poder. Son aquellos que desean controlar y dominar a otros, buscando ser obedecidos a toda costa y que las cosas se hagan como ellos desean.
Sería grandioso contar con una entidad que brinde atención psicosocial a quienes buscan títulos y adulaciones; personas que desean ser las primeras en todo… Lamentablemente y de manera ridícula, se consideran humildes o abnegadas. Disfrazan su verdadera naturaleza con una piel de cordero mientras buscan ascender escalafones para alcanzar puestos autoritarios. En su camino hacia el poder, ignoran a quienes pisan y se enfocan únicamente en contra quién conspiran o a quién reprimen para lograr ese “huesito”, olvidando el verdadero sentido de ocupar un mejor puesto en la vida: servir a los demás.
Imagina un espacio donde estos individuos ruines y mezquinos pudieran reformarse e integrarse a la vida de la gente común; sería maravilloso. Pero bueno, no cuesta nada soñar. Por cierto, amigo mío, ¿cómo empleas tu ocio?
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