Lun. Abr 28th, 2025

ARTÍCULO: Desear, amar y pensar ¿Fuerzas en guerra?

Por Redacción Abr10,2025 #Opinión

Por Ruth Holtz*

Segunda parte:

En el artículo pasado perfilamos las cualidades de cada una de las 3 fuerzas que constituyen nuestro poder interior y que son la fuerza de desear, de amar y pensar. Afirmamos que el fraccionamiento que resulta de reprimir, ignorar o anular cualquiera de ellas nos coloca en una situación de conflicto interno que nos enferma y nos desequilibra psíquicamente. Mencionamos que la principal causa de nuestra desarmonía interna tiene que ver con la forma en que nos relacionamos con los demás en tanto seres únicos, libres y con diferentes experiencias sobre cómo vivir y cómo satisfacer sus necesidades. Y sobre todo en la situación condicionada en la que estamos con relación a los demás, nos necesitamos para satisfacer nuestra necesidad de amar, desear y pensar. Lo que queremos evitar a toda costa es el dolor del desamor. Para sobreponernos a situaciones de pérdida o de posible pérdida del amor, nos fraccionamos.

Nuestra inteligencia es nuestros ojos que nos dice por dónde es mejor ir y cómo hacerlo, pues ve el camino. La fuerza del pensar, como le llamamos en el pasado artículo, se alimenta del conocimiento, de la experiencia y de las creencias compartidas con las demás personas, principalmente la familia. Pero podemos traicionarla. Muchas veces aceptamos incondicionalmente la ruta que nos trazan los que nos aman como si continuáramos siendo niños. Y con tal de conservar su amor, somos capaces de anular nuestra propia percepción de las cosas y nuestras propias necesidades, de decidir no prestar atención a nuestros propios pensamientos. Para lograr esto debemos callar a nuestra fuerza de pensar bloqueando el flujo de energía hacia el cerebro, lo cual se logra tensando un grupo de músculos específico. Hay gente que literalmente evita pensar, sobre todo sobre sí misma, sobre cómo está viviendo su vida y si está haciendo lo que quiere y lo que más la beneficia según su propio criterio. El monólogo interior, que es precisamente el diálogo que mantenemos con nosotros mismos constantemente, en estas personas se centra en preocupaciones y asuntos ajenos. Huyen de sí mismas, tal vez para no enfrentar el vacío interior que les ha dejado vivir la vida que otros quieren que vivan y que ellos no desean. Una persona como éstas se miente a sí misma. Hacia aquellos por quienes se sacrifica, más bien para obtener su amor que por una entrega a ellos, en realidad no puede abrir su corazón porque está resentido por el sacrificio y la anulación de sí mismo. Esta rabia que siente hacia ellos por no aceptarlo como es y quererle decir cómo vivir y cómo ser, al no ser expresada genera una hostilidad y un resentimiento que a su vez tienen que ser disfrazados para no perder su amor. Amor que no lo llena porque tampoco es auténtico. Inmovilizado por el miedo, tenso por la rabia y desconocido para sí mismo por haberse mentido, no puede abrir su corazón al amor. La fuerza del pensar y del amar se han disociado en él y ambas se han reprimido. Gente así seguramente tendrá fuertes tensiones en el cuello, en los hombros, tendrá xifosis (una joroba en la parte superior de la espalda), etc. Su mente y su corazón están en pugna. Lo que piensa no tiene que ver con lo que siente. Su decir será parco, frío y rígido. Lo que siente no es veraz, no toca su corazón. Tiene miedo de abrirse auténticamente.

Nuestra sexualidad es lo que nos permite caminar y disfrutar del camino. Se trata de la fuerza del desear, que se alimenta del contacto físico, del disfrute de los sentidos y del goce compartido. Su represión es de las más conocidas, parece ser una fuerza muy amenazante para muchas personas. Cuando la inteligencia la desconoce, cuando hace como si no existiera, la persona actúa dividida. Parece muy racional, pero es perversa en sus fantasías sexuales, pues no actúa. Su energía sexual se acumula y causa tensión en todo su cuerpo, especialmente en la pelvis, la espalda y los muslos. Las disfunciones del aparato sexual son lo más frecuente. Algo se descarga en las fantasías que escapan al control de la mente. Si esta sexualidad pervertida se ejerce, se da separada del corazón. Amor y sexo se vuelven ajenos, llevando a la persona a ejecutar un acto mecánico cuyo disfrute es menor, pues tiene menos energía disponible lo que impide que sea una entrega gozosa al otro.

Nuestro corazón es el que nos dice hacia dónde caminar y nos da ánimo. Todos queremos el amor, la esperanza de amar y de ser amados nos dirige. La fuerza del amar se alimenta del amor a nosotros mismos, de la entrega confiada y total, auténtica al ser que amamos y que a su vez nos ama, y de las actitudes tiernas y comprensivas que tenemos hacia todo lo que nos rodea. El miedo a perder el amor, el miedo a ser defraudados, abandonados, rechazados, nos lleva a encerrar nuestro corazón imposibilitando la entrega amorosa que deseamos tanto. Si el corazón se encierra en su jaula torácica para protegerse de la decepción no podrá amar. Las tensiones de los músculos del pecho, el diafragma y la inhibición de la respiración permiten proteger al corazón, reducir la conciencia de la necesidad de buscar el amor y “controlar” nuestros encuentros con los demás para que no mostremos vulnerabilidad: ternura, deseo de ser reconocido, amado, apapachado o consolado.

La bioenergética, entre otras tantas opciones utilizadas por los terapeutas psico corporales, es un estudio psicológico que considera la necesidad de recobrar la integridad, no sólo de nuestra personalidad, sino de nuestro cuerpo. Se basa en el reconocimiento de que somos seres corporales. Y es que nuestro carácter, nuestro modo de afrontar las distintas situaciones vitales conforma nuestra figura. El conjunto de tensiones musculares y de músculos flácidos, la postura y la alineación de la columna revela lo que nos ha sucedido en el pasado y la forma en que lo afrontamos. Y esa conformación de nuestro cuerpo revela el modo determinado en el que manejamos nuestra energía vital, de acuerdo a la forma en que hayamos decidido equilibrar nuestras fuerzas de desear, amar y pensar. Hay equilibrios enfermos, hay equilibrios sanos, hay equilibrios mortales, hay equilibrios de supervivencia, hay equilibrios plenos de vitalidad.

La salud mental y el equilibrio psicofísico a partir de la unidad armónica de nuestras fuerzas hacia la conformación de nuestro poder interior es el objetivo principal de la terapia psico corporal que ofrecemos. Con la bioenergética, en particular, trabajamos para liberar las tensiones musculares que disocian nuestra mente de nuestro corazón, y nuestro corazón de nuestra sexualidad. Pretendemos recobrar el flujo natural de la energía vital para lograr el autodominio a partir del poder interior y no de la represión, el miedo o la tiranía moral. Entonces podremos abrirnos al amor auténtico, veraz y sensual.

*Psicoterapeuta. Teléfonos: 312 330 72 54 / 312 154 19 40   |   Correo: biopsico@yahoo.com.mx

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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