La reciente iniciativa de la Universidad de Colima (UdeC) de abrir sus puertas a estudiantes de primaria, en este caso del municipio de Cuauhtémoc, es un ejemplo claro de cómo las instituciones educativas pueden sembrar las semillas del conocimiento desde edades tempranas. Ese tipo de acciones no solo reafirman el compromiso social de nuestra institución, sino que también nos invitan a reflexionar sobre la importancia de cultivar vocaciones desde la infancia para construir un futuro más prometedor.
El recorrido de 120 niñas y niños por las instalaciones del Bachillerato 12, incluyendo espacios innovadores como la Biblioteca Inteligente, no es un simple acto de buena voluntad. Es, en esencia, una estrategia educativa transformadora. Al mostrarles laboratorios, áreas verdes, tecnologías de punta, como la impresora 3D y experiencias con realidad virtual, se les está abriendo una ventana al vasto Mundo de posibilidades que la educación puede ofrecerles.
En un contexto donde el abandono escolar sigue siendo un desafío en nuestro país, iniciativas como ésta son fundamentales. Generar desde la infancia un vínculo emocional con el aprendizaje y un sentido de pertenencia hacia la educación superior puede marcar una diferencia significativa en sus decisiones futuras. La curiosidad que despiertan estas visitas, combinada con la admiración por espacios innovadores, siembra la idea de que alcanzar una educación universitaria no solo es posible, sino deseable y emocionante.
La UdeC, con su constante apuesta por la vinculación social, demuestra que su misión trasciende las aulas. Al permitir que niñas y niños interactúen con entornos académicos avanzados, contribuye no solo a formar futuros estudiantes, sino también ciudadanos más conscientes de su potencial y su papel en la sociedad.
Es imperativo que este ejemplo inspire a otras instituciones a replicar y adaptar esas iniciativas. La formación de vocaciones no debe ser un privilegio, sino un derecho al alcance de todas y todos. Desde esta tribuna, reconocemos y aplaudimos el esfuerzo de la Universidad de Colima y del Bachillerato 12 por imaginar un futuro donde cada niño y niña pueda vislumbrar un camino hacia la educación superior.
La educación no solo transforma vidas individuales, sino que también construye comunidades más fuertes y equitativas. Invertir en la niñez, como lo hace la UdeC, es apostar por un mejor mañana para todos.