Jue. May 22nd, 2025

COLUMNA: Cotidianas

Por Redacción Abr30,2025

De trapo

Por Jorge Vega

Cada día se incrementa más en redes sociales, la moda de compartir frases o ideas mal escritas, incluso con faltas de ortografía graves, atribuidas a escritores famosos, muchos de ellos ya muertos, y que podrían volverse morir de vergüenza al comprobar lo poco que la gente nota el tremendo esfuerzo, de años, que implica escribir y corregir un buen texto.

Dice Perplexity que esta tendencia no es reciente. Algunas frases, proverbios y aforismos mal citados se remontan incluso a la escritura de la Biblia. Estas citas se viralizan sobre todo si parecen motivacionales, inspiradoras o hacen que quien las comparta se vea como alguien culto.

Un caso notable, a mediados de los noventa, fue el texto “La marioneta”, del ventrílocuo mexicano Johnny Welch, atribuido a Gabriel García Márquez. En el caso de Gabo, la situación se complica. Mientras unos le atribuyen citas malhechas por considerarlo uno de los grandes autores, activistas como Lydia Cacho lo condenan porque su libro Memorias de mis putas tristes, inspirada en la novela de otro Nobel, Yasunari Kawabata, La Casa de las Bellas Durmientes y otras historias, exalta la pederastia y la pornografía infantil.

Esta tendencia de compartir cualquier cosa, sin verificar, sin pensarlo dos o cinco veces para no alimentar más las tinieblas de nuestra Babel virtual, es alimentada por esta necesidad actual, casi enfermiza, de gratificaciones inmediatas.

Lo curioso es que la gente, aunque no lea, aunque odie los libros y prefiera ver la serie o la película en Netflix -como suelen decir-, comparte frases torpes atribuidas a autores que desconoce como Hemingway, Octavio Paz y Vargas Llosa, a pesar de criticar duramente a este último por haber dejado a su esposa cuando le llegó la consagración, y andar luego con Isabel Presley.

Juan Manuel Alegría, articulista de Diario Noticias y Etcétera, al abordar este tema cita al clásico Ryszard Kapuscinski para lograr un mejor entendimiento: “La culpa es nuestra, del lector, que se ha vuelto pasivo, perezoso no busca, no quiere saber. Hoy en día, quien quiere saber encuentra lo que quiere, encuentra cosas e historias maravillosas, el problema está en nuestra voluntad, en nuestra falta de esfuerzo”.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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