La identidad de marca y la niñez
Por Susana Berenice Vidrio Barón
A propósito del 30 de abril, o el conmemorado “Día del Niño… y de la Niña también” como indicaban algunos comerciales de la época de los 90´s, haciendo alusión a la igualdad de género. Si bien, en papel, se trataba de hacer incluso el lenguaje más incluyente ya desde hace tiempo, la realidad actual es contrastante. La situación económica de las niñas y niños mexicanos dista mucho de ser la que se aprecia en la publicidad y los retratos que se hacen en los medios. Según datos del INEGI, en México alrededor del 15% de niñas y niños en edad escolar no asisten a ningún sistema académico; muchos se encuentran trabajando en la calle y vinculándose desde edad temprana en actividades que rayan en lo ilegal y, algunos, se incorporan también a las filas del crimen organizado desde estas etapas tempranas.
En busca de oportunidades que no se aprecian viables desde el punto de vista de la incorporación al sistema escolar estandarizado, y por otro lado con la imposibilidad de integrarse a la actividad económica legal, son las infancias y jóvenes quienes se convierten en carne de cañón para estos grupos delictivos que los reciben precisamente por la oportunidad que representan al no ser procesados como adultos en los órdenes judiciales.
Una vez más, los medios de comunicación juegan un papel preponderante al exhibir una cosmovisión ultra atractiva –además de falocéntrica- en la que los varones –y en algunos contados casos una que otra mujer- se enrolan en el “negocio” y se vuelven parte de la cultura del narcotráfico y del crimen organizado.
En estos sectores –y desde muy jóvenes- niños y niñas se fascinan por la idea del fast track o la vía rápida para obtener dinero, reconocimiento y poder. Además, existe una idealización de estilo de vida del patrón, en donde el dinero llega a manos llenas y los lujos, así como los artículos de alta especialidad, la personalización y la declaración de la jerarquía se correlaciona directamente con la ropa elegida, así como los autos, los perfumes y una suerte de productos que complementan perfectamente bien esas ansias de pertenencia y reconocimiento que se han avistado en la pirámide de Maslow.
Es menester cuidar lo que las infancias escuchan, observan y quieren, es también menester guiarles en esta vorágine de información a la cual se ven sujetas y que muchas veces no cuentan con la capacidad de discernir y entender lo que es real de lo que es una falacia o una verdad artificial que pretende venderles una propuesta identitaria que no es sostenible y que, aunque no se ponga en evidencia directamente, tiene como precio la volatilidad.
La marca es identidad, por lo tanto, es importante cuidar esos aspectos o elementos de los ideales que van dirigidos para audiencias más jóvenes y susceptibles de creer todo lo que ven en los medios. Es una tarea importante y que se ha atrasado en nuestro país y que desde la academia es nuestro deber y compromiso orientar, guiar y educar.
*Esta columna es desarrollada por integrantes del UCOL-CA59 La mercadotecnia y su relación con las ciencias sociales, adscrito a la Facultad de Mercadotecnia de la Universidad de Colima.
PTC – Facultad de Mercadotecnia – SNII 1 – Líder del UCOL-CA59
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