Dom. Dic 7th, 2025

COLUMNA: Cotidianas

Por Redacción May14,2025

SAT

Por Jorge Vega

Desde hace más de 20 años, el SAT y yo hemos sostenido una relación conflictiva. No sé si es por la edad -la mía, acercándome a la zona de derrumbes- o porque las personas que escribimos poesía y cuentos tenemos la cabeza en otra parte, con pájaros aleteando en las nubes del pensamiento.

A veces creo entender lo que quieren que haga, pero mi lógica, mi sentido común no es el mismo que utilizan los contadores y administradores. En 20 años, sólo encontré un administrador empático, que incluso me ayudó a cambiar de régimen. Porque tienen tanto trabajo, que no pueden perder el tiempo explicándole los detalles esenciales a la gente.

¿Cómo puede un ciudadano que trabaja ocho horas o más al día -la familia también cuenta- entender de regímenes, formatos, declaraciones en cero, o el interés compuesto? Ni siquiera cuando entrevisto a físicos o físicas teóricas me he sentido tan indefenso como ante la mirada de un contador que repite: “Como ya le dije, siga las instrucciones de la página tal o cual, y después entre a esta otra página, que lo llevará directamente al purgatorio y de ahí al infierno, donde debe perder toda esperanza”.

Si pensaba que no podía ser peor, me equivoqué. Ahora llevo cinco intentos fallidos por convencer a la Inteligencia Artificial del SAT, de que yo soy yo, que no me parezco a nadie. Pero no me cree. Es divertida la App del SAT. Me pide que me acerque, luego que me aleje, que capture mi INE y que repita una frase de más de doce palabras, con mi voz, para ver si finalmente me cree que soy una persona y no un ente virtual.

Las cinco veces, en los últimos dos años, me dice que lo intente de nuevo. Aún no pierdo la fe, y eso que me pone pruebas difíciles, como adivinar qué números y letras se esconden detrás de una tupida cortina de bambúes. Eso sí, funcionarios virtuales del SAT me escriben cartas varias veces al año donde me explican que, si no tengo tal o cual cosa, incluso un buzón en el que pueden depositarme cartitas personales, nuestra relación no puede prosperar y tendrán que cobrarme una multa bastante sensible.

Lo curioso es que cada quincena el SAT me quita cuatro pesos de los diez que gano, y sí saben quién soy, dónde vivo y dónde compro las tortillas.

El SAT es un emisario de los tiempos futuros, donde las máquinas decidirán quién es humano y quién no; un mundo, casi como el actual, donde a nadie le interesa la suerte de los poetas, de los ancianos o los niños, y donde la productividad será el dios y las apps sus ángeles y serafines.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

Autor

Related Post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *