Inteligencia artificial y economía
Por Alejandro Bernal Astorga
La Inteligencia Artificial (IA) crea tecnología para emular la lógica del pensamiento humano con el objeto de automatizar procesos, agilizar la toma de decisiones, mejorar la precisión y fomentar la creatividad; por ello se prevé que en los próximos 5 años el 50% de compañías a nivel global inviertan en ella, para minimizar riesgos y maximizar beneficios.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que la inteligencia artificial tendrá un impacto en muchas esferas de la vida cotidiana y pública, por lo que debe investigarse y evaluarse para potencializar sus efectos positivos y minimizar riesgos potenciales.
Cuando surge una tecnología disruptiva, el proceso de adaptación es fundamental para hacer del cambio una oportunidad. Ser propositivos para planear las acciones a realizar es vital.
En este sentido, se prevé que 300 millones de empleos a nivel global, podrían verse afectados, total o parcialmente por la IA, al sustituir o complementar las funciones que realizan las personas. Estos ciclos de acoplamiento laboral se presentaron cuando los países se especializaron en la producción de materias primas o en la incorporación de valor agregado con la revolución industrial y hoy con la generación de capital intangible a través de la inteligencia artificial.
Si bien algunos puestos de trabajo pueden desaparecer, también otros nuevos pueden surgir; de hecho, actualmente el 60% de las personas trabajan en ocupaciones que no existían en 1940, porque gran parte de los empleos que existen hoy, han surgido a partir de la evolución tecnológica.
Asimismo, la IA tiene el potencial para generar un crecimiento económico de 7 trillones de dólares, equivalentes a un crecimiento anual de 1.5% del Producto Interno Bruto mundial en un lapso de 10 años.
Para que esta derrama económica sea posible y que el periodo de transición hacia esta nueva realidad tecnológica y laboral sea breve e incluyente, la formación de capital humano con las aptitudes y actitudes que demanda el mercado, es sustancial.
En este sentido, se tendrían que considerar 2 líneas de acción en las que universidades, institutos de investigación, empresas y los 3 niveles de gobierno pueden hacer sinergia para potencializar alcances: capacitar a quienes ya laboran para el desarrollo de nuevas competencias y adaptar planes de estudio, visiones de egreso o crear nuevas carreras, para formar a los estudiantes en las nuevas áreas del conocimiento.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, en 2025, el pensamiento analítico, la creatividad y la flexibilidad figuran entre las principales habilidades necesarias; siendo la ingeniería en sistemas, el desarrollo de software, la inteligencia de datos, la automatización robótica de procesos y la creación de contenido, las principales profesiones emergentes.
La inteligencia artificial es una herramienta que no es intrínsecamente buena o mala; lo que se hace con ella, marca la diferencia. El reto también está en generar las condiciones jurídicas, económicas, sociales, tecnológicas, culturales y éticas para que, el acceso equitativo a los beneficios generados con la inteligencia artificial eleve el nivel de vida de la población y no incremente sus diferencias.
Finalmente, esta no es una competencia contra tecnología, sino una carrera con el apoyo de la inteligencia artificial.
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