A nivel regional y nacional, nuestra Universidad de Colima (UdeC) se ha consolidado como un importante ente académico y social, albergando eventos que no solo enriquecen el ámbito del conocimiento, sino que también promueven la transformación de nuestras comunidades.
Así, debemos de destacar que, del 26 al 28 de mayo, nuestra institución es sede del V Encuentro Nacional y II Encuentro Internacional de Semilleros de Investigación en Cultura Física, Deporte y Recreación, un esfuerzo que trasciende fronteras y reafirma el papel de la educación superior como agente de cambio.
Ese encuentro, que reúne a 28 cuerpos académicos de 19 universidades nacionales e internacionales, es mucho más que un foro académico: se trata de un espacio donde convergen jóvenes investigadores, docentes y profesionales para dialogar, innovar y construir propuestas en torno a problemáticas urgentes como la salud mental, violencia y desintegración social. En tiempos donde la colaboración y el pensamiento crítico son esenciales, los semilleros de ese tipo se convierten en laboratorios de ideas y soluciones.
El evento no solo destaca por su dimensión académica, sino también por su enfoque humanista. Debemos tener en cuenta que la cultura física y el deporte no son meras actividades recreativas, sino herramientas de equidad, identidad y transformación emocional. Ambos campos, desde sus particularidades, comparten un horizonte común: contribuir al bienestar colectivo en un entorno que exige nuevas formas de entender y resolver los desafíos sociales.
Con la participación de más de 400 asistentes y 151 ponencias, los semilleros se han erigido como una plataforma de formación integral para las futuras generaciones de investigadores. Las y los estudiantes que hoy presentan sus trabajos no solo son el reflejo del talento y la vocación de nuestra región y de América Latina; son también el germen de un futuro más comprometido, solidario e inclusivo.
La innovación y excelencia no son accidentales. Son fruto de un trabajo constante y colaborativo que apuesta por el conocimiento como eje transformador de la realidad. Por ello, los semilleros de investigación no solo son necesarios, sino imprescindibles. Son un ejemplo de que la educación, cuando está guiada por la pasión y compromiso, puede trascender las aulas para incidir en el bienestar de nuestras comunidades.

