Biorock: cuando ciencia y naturaleza se unen para proteger los ecosistemas coralinos
Por Marco Agustín Liñán-Cabello*
En un Mundo donde los arrecifes de coral y las costas enfrentan amenazas cada vez mayores por el cambio climático, la contaminación y las diversas presiones de origen humano (antropogénicas) como la sobrepesca y la sobrecarga turística, surge una tecnología prometedora: el Biorock, una técnica innovadora que no solo ayuda a regenerar ecosistemas marinos, sino que también puede convertirse en una herramienta poderosa para proteger las costas de la erosión.
La tecnología Biorock consiste en sumergir estructuras metálicas bajo un diseño específico, incluso con cualidades escénicas, a las que se les aplica una corriente eléctrica de bajo voltaje. Como consecuencia, un flujo de electrones atraviesa los electrodos, induciendo un campo electromagnético de baja intensidad en el agua de mar circundante. Este efecto produce varias ventajas en el entorno marino, entre ellas: promover reacciones electroquímicas asociadas a la electrólisis del agua, mejorando localmente la concentración de iones hidróxido.
Esta corriente también estimula la agregación de minerales al metal como el carbonato de calcio, que es el mismo material que forma los esqueletos de corales y conchas marinas. Por ello, es un proceso clave para el ciclo del carbono y la formación de hábitats marinos. Estos minerales se depositan en la estructura, creando una superficie ideal para que organismos marinos como corales, algas y ostras se adhieran y crezcan más rápidamente que en condiciones naturales.
Esta técnica se ha implementado con éxito en diversas regiones oceánicas del Mundo. Se ha observado que los corales que crecen sobre estructuras de Biorock pueden desarrollarse entre tres a cinco veces más rápido y sobrevivir en ambientes donde otros corales perecen. Además, las estructuras mineralizadas han sido reportadas por su capacidad para disipar la energía del oleaje, reduciendo la erosión costera, de manera más efectiva que los rompeolas tradicionales.
Uno de los puntos fuertes de esta tecnología es su versatilidad; puede adaptarse a distintas formas y tamaños, lo que permite crear estructuras específicas, según las necesidades del ecosistema o la comunidad costera. Desde proteger playas hasta regenerar arrecifes devastados, el Biorock ofrece múltiples beneficios ecológicos y sociales.
A pesar de sus beneficios, esta tecnología también enfrenta desafíos. Requiere una fuente constante de energía, que generalmente es a partir de celdas fotovoltaicas, a fin de mantener la electrólisis activa. Además, su instalación debe realizarse con cuidado para evitar daños al entorno marino. Pese a estos retos, diversas experiencias en países como Indonesia, Maldivas y México han demostrado su viabilidad y efectividad.
En la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Colima se han tenido algunas experiencias con procesos restauración con Biorock en comunidades coralinas, y actualmente se han reconocido potenciales contribuciones de la mecatrónica a los sistemas marinos con relación al monitoreo continuo, la evaluación de la calidad del agua, la vigilancia y el control. Igualmente se exploran tecnologías de última generación para afrontar el reto principal de la tecnología Biorock como lo es el suministro continuo de energía sin depender de los factores de riesgo en su abasto desde superficie.
En este contexto, se evalúa el uso de celdas de combustible microbiana bentónicas (CMFB), dispositivos que generan electricidad aprovechando la actividad microbiana en los sedimentos marinos. Estos microrganismos degradan materia orgánica y liberan electrones que fluyen desde un ánodo enterrado hacia un cátodo produciendo en consecuencia corriente eléctrica de baja intensidad, misma que puede ser usada para alimentar Biorock y otros dispositivos asociados al monitoreo y control. Este sistema autónomo y sostenible es útil en ambientes marinos remotos, donde otras fuentes de energía son difíciles de implementar por razones ambientales o logísticas.
Más allá de sus aplicaciones ecológicas y ambientales, el Biorock tiene un enorme potencial educativo y comunitario. Puede convertirse en un punto de encuentro entre ciencia, conservación y turismo responsable, además de ser un claro ejemplo del concepto de la ecoingeniería. En muchas comunidades costeras, los proyectos de Biorock han generado conciencia ambiental y nuevas oportunidades socioeconómicas sostenibles.
En un momento donde es urgente la implementación de acciones de restauración, y disminuir la huella ecológica del ser humano en los ecosistemas marinos, la tecnología del Biorock nos recuerda que la innovación puede ir de la mano con la naturaleza. Este sistema no solo regenera vida marina, también fortalece nuestras costas y comunidades frente a los desafíos del futuro.
Para más información sobre el presente texto, puede consultarse el siguiente enlace: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/aqc.70140
*Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad de Colima
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