Ciudadanía: encrucijada entre esperanza y desesperanza
Por Ángel Cisneros*
Cual película de ciencia ficción, México vive una de sus peores facetas. A pesar de que la gente sabe qué es ser un buen ciudadano, parece que cuesta ponerlo en práctica.
En nuestro curso de Formación Ciudadana, en la Facultad de Pedagogía, realizamos un sondeo a 20 ciudadanos jóvenes, estudiantes de carreras universitarias, para conocer sus nociones sobre ciudadanía. ¡Qué crueldad y qué realidad la que pasa en nuestra nación! La coincidencia en sus respuestas resulta alarmante. Todos conocían las características que debe tener un buen ciudadano, pero, ¿realmente existe un buen ciudadano? ¿Qué hacemos por la colonia/comunidad o ciudad donde vivimos?
El Gobierno federal se ofende ante las tragedias ocurridas en la población. Nos prometieron abrazos y no balazos. ¿Qué fue los que nos dieron? Un montón de cuerpos irreconocibles y las pertenencias que usaron por última vez, pero nunca los abrazos ni la seguridad.
La falta de educación, inseguridad, delincuencia, pobreza y desigualdad fueron los problemas sociales que los entrevistados mencionaron. Sus respuestas fueron claras, dolientes, llenas de coraje, cargadas de un ¡ya basta!
La lucha que a diario hay que enfrentar podría llamarse supervivencia, porque actualmente se vive la ley del más fuerte. ¡Quien no sobrevive, se muere! Enfrentamos una encrucijada entre la esperanza y la desesperanza. Queremos salir adelante, ser un país de primera, y lo somos porque tenemos la mejor calidad en la llamada “merca”. ¿La mejor calidad en la educación? No te confundas, no es el sistema educativo el bueno, sino las escuelas de entrenamiento sicario las que son de primera calidad y en ellas, los jóvenes aprenden rápido. Somos de primera exportando drogas, pero, qué tan buenos ciudadanos somos, si ya estamos tan acostumbrados a estas situaciones, porque se han vuelto la rutina diaria que nos obliga a seguir adelante, aunque sea con la respiración agitada.
Las entrevistas se desarrollaron en el hermoso estado de Colima, que lo tiene todo, lleno de belleza y colores, tradición y cultura, pero ¡ay, Colima de mis lindos amores!, tu belleza se opaca entre las inseguridades y la delincuencia que también a diario vivimos.
Las personas nos expresaron la preocupación por tener que salir con el objetivo de regresar a casa. Cualquier persona extraña o situación nos pone en alerta y activa nuestro sentido de supervivencia. Pareciera que ahora vivimos en un juego de realidad virtual, en el que cada día superamos un nivel para seguir avanzando, pero en estas situaciones no tenemos 3 vidas, sino una que se nos arrebata con facilidad.
Y, ¿cómo vamos con la educación en la tierra colimota? Parece que ha entrado en decadencia, ya que los padres no se preocupan por la educación y valores de sus hijos. Se piensa que es culpa del docente que las y los niños no aprendan sobre un tema, y genera indignación que el profesor hable sobre la situación que está viviendo México; lo mismo que cuando prohíbe, regaña o manda llamar a los padres. ¡Ay, Colima, cuándo volveremos a verte surgir como la gran tierra del Volcán! ¿Cuándo volveremos a ver brillar la cultura que tenían nuestros padres, abuelos y bisabuelos, cuando las calles se mantenían siempre limpias?
¿Dónde quedó la tierra y la nación que fue de hombres cabales, de gente educada que se respetaba mutuamente y se comprometía con la comunidad? Deberíamos ser ciudadanos buenos e informados.
Todas las personas a las que se entrevistó declararon hacer uso de redes sociales y no mintieron, porque vivimos con el celular en la mano, pero viendo memes, compartiendo chistes e ignorando las noticias. Y el problema es que también estas redes sociales desinforman, malinterpretan la realidad.
La inteligencia artificial (IA), que llegó a revolucionar la tecnología con sus diversas herramientas, puede lograr que noticias falsas luzcan como una mera realidad, y nosotros nos las creemos. Para los jóvenes no es difícil reconocer que no es una verdad, pero la generación adulta sí puede desinformarse. Deberíamos hacer uso de las redes sociales para generar conciencia del compromiso que debemos tener como ciudadanos, de los objetivos que debemos tener como comunidad; debemos de usarlas para realizar campañas de información, para invitar a la gente a que haga conciencia de lo que vive y así podríamos dar consejos de cómo ser un buen ciudadano.
Para concluir, te puedo decir a ti, lector, que no es intención mostrar el lado negativo de mi bello México y Colima. Por el contrario, queremos insistir en que, para ser una nación que avanza, debemos de comprometernos a ser buenos ciudadanos, a ser educados y a comprender las situaciones que atraviesa nuestra ciudad y país. La educación representa esperanza o desesperanza, eso lo decides tú mismo.
*“Pedagogía en voz alta” es una columna de la Facultad de Pedagogía. El autor es estudiante de quinto semestre de la carrera de Pedagogía.
**Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

