Una bienvenida cargada de esperanza
Por Carmen Silvia Peña Vargas*
Hay días que marcan un antes y un después: el regreso a casa después de un viaje, el primer día en un nuevo trabajo, el inicio de un proyecto, el nacimiento de un bebé o el festejo de un cumpleaños. El arranque de un ciclo escolar en la Universidad es uno de esos días: lleno de expectativas, nerviosimos, motivaciones, promesas y alegrías.
El inicio de cada ciclo escolar en las instituciones de educación superior es un momento sumamente especial, que nos recuerda nuestra razón de ser y también nos anima a seguir sirviendo a la sociedad desde la formación universitaria. Nuestras instalaciones vuelven a llenarse de felices reencuentros: el inquieto y creativo barullo de las y los nuevos estudiantes y de reingreso, mientras las y los docentes retoman su labor con renovado entusiasmo y energía. Asimismo, el personal administrativo y directivo se reintegra con compromiso, asegurando que cada proceso académico, administrativo y de servicios estén listos para acompañar el aprendizaje y la vida cotidiana universitaria.
A quienes hoy comienzan su camino en la licenciatura, el inicio de clases es un evento sin precedentes que, sin lugar a dudas, les marcará de por vida. Se trata del comienzo de un proyecto profesional de enorme calado personal, que es tan exigente como prometedor. Pensemos por un momento en todo lo que supone poner un pie en cualquier aula universitaria: trámites, atención de horarios de clases, exámenes, proyectos, formularios, dudas y expectativas que en sí mismas son un camino cuesta arriba y un testimonio de esfuerzo personal y familiar digno de admiración.
Adicionalmente, en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima nos preparamos para recibir a un grupo valioso de personas que apostaron por la educación como formación profesional. En un mundo que a menudo prioriza lo inmediato y lo tangible, su elección habla de una convicción poderosa: la formación del carácter, la inspiración a otros, el interés por generar cambios, el desarrollo del pensamiento crítico, entre otros.
Por esta razón, les dedico a ellos y ellas esta columna no solo como una bienvenida a las aulas y a nuestra querida Alma Mater. Les doy la bienvenida al territorio fascinante y complejo de la pedagogía, que nos permite comprender al ser humano en su proceso más fundamental: aprender, crecer, generar cambios y convertirse en ciudadano del mundo.
Bienvenidas y bienvenidos a un campo de conocimiento vasto, dinámico y, sobre todo, de urgente comprensión y aplicación en nuestro México. En la situación actual, con sus luces y sus innegables sombras, el país reclama educadores comprometidos, buenos ciudadanos, críticos, creativos y éticos. No se nos olvide nunca que detrás de cada ingeniero, publicista, arquitecto, mecánico o administrador, está el trabajo de decenas de maestros y maestras que se encargaron de forjar el potencial individual que cada persona despliega en su vida laboral y profesional. Así como todos somos hijos e hijas de alguien, sin duda alguna puedo asegurar que todas y todos hemos sido estudiantes, aprendices o pupilos de alguien que nos compartió con generosidad y método sus conocimientos y experiencias.
Los complejos desafíos que enfrenta el mundo necesitan mentes capaces de pensar de manera sistémica, de fomentar la colaboración y de nutrir la empatía desde las primeras edades. Le doy, por tanto, la bienvenida a una nueva generación de estudiantes que decidió ser parte de la construcción de las soluciones que necesitamos para que nuestro presente sea más justo y nuestro futuro, más esperanzador.
El viaje que hoy emprenden es más que acumular créditos o aprobar asignaturas. Recuerden que una formación verdaderamente transformadora en educación se mueve por el incansable motor de la curiosidad. En nuestra Facultad de Pedagogía encontrarán un medio formativo en el que les animaremos permanentemente a no conformarse con las respuestas fáciles.
Pregúntense constantemente: ¿Por qué este método educativo y no otro? ¿Qué necesidades reales tiene esta comunidad escolar? ¿Cómo impacta esta política educativa en los más vulnerables? ¿Qué voces han sido históricamente silenciadas en los proyectos educativos? ¿Cómo se sustenta esta intervención en principios científicos?
Los años que pasen en esta escuela serán intensos. Habrá momentos de entusiasmo, de duda y de cansancio. Les pido que en esos momentos recuerden la importancia fundamental de la labor que elegieron. Recuerden las razones que los trajeron aquí. Apóyense en sus compañeros y compañeras, esta invaluable red humana que hoy comienzan a tejer. Acudan a sus profesores, no solo como fuentes de conocimiento, sino como guías que recorrieron caminos similares. Aprovechen los recursos, las discusiones en clase, las experiencias en campo. Permítanse ser vulnerables para aprender y crecer.
Al emprender esta formación, están aceptando una misión que trasciende lo personal. Están comprometiéndose con el tejido mismo de la sociedad. Por eso, mi bienvenida va acompañada de un profundo respeto y de una enorme esperanza depositada en ustedes. Que este nuevo comienzo esté lleno de descubrimientos significativos, de preguntas desafiantes y de la certeza creciente de que están donde deben estar: en la primera línea de la construcción de un mañana mejor.
*Pedagogía en voz alta es una columa semanal de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima. La autora de este artículo es directora de la Facultad.
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

