Vie. Dic 5th, 2025

COLUMNA: Pedagogía en voz alta

Por Redacción Sep1,2025 #Opinión

Brigadas Juveniles por la Paz: sembrando esperanza desde la juventud

Por Alexia García Cobián*

“La paz, la justicia y las instituciones sólidas no son un destino lejano, sino una tarea diaria que debemos asumir juntos” (Objetivo del Desarrollo Sostenible 16, ONU).

Así comencé mi participación en el Primer Cabildo Juvenil en la historia de Coquimatlán, espacio que nos permitió alzar la voz, compartir ideas y propuestas para transformar nuestro municipio desde la mirada de quienes también lo habitamos y soñamos: las juventudes.

Tengo la convicción de que las y los jóvenes no solo somos el futuro, sino también el presente; que las problemáticas que vivimos en la actualidad, como la violencia escolar, la discriminación, la desinformación y la poca participación ciudadana, no pueden seguir normalizándose.

En este foro presenté una propuesta llamada “Brigadas Juveniles por la Paz”, proyecto que busca formar y capacitar líderes juveniles en temas clave como el respeto, el diálogo, la empatía y la participación democrática. Esta idea surge de mi experiencia como tutora par, que ha marcado mi formación profesional y personal. Acompañar a otras y otros jóvenes, escucharlos y ayudarles desde la cercanía generacional, me mostró el valor de construir redes de apoyo entre pares. Ahí comprendí que el aprendizaje también puede ser comunitario, creativo y profundamente transformador.

El proyecto propone tres acciones principales:

●         Talleres formativos en escuelas sobre empatía, diversidad y prevención del bullying.

●         Círculos de diálogo comunitario, para fortalecer la comunicación entre estudiantes, familias y vecinos, y generar soluciones conjuntas a los problemas locales.

●         La actividad “ExpresArte por la Paz”, en donde las juventudes puedan expresar mensajes positivos y construir una cultura de paz a través de las artes plásticas, el teatro, el rap, la poesía y la fotografía.

Creo que esta propuesta es viable y de bajo costo. Para implementarla, propongo que se generen alianzas con instituciones educativas, como la Universidad de Colima, con organizaciones de la sociedad civil, redes de voluntariado y el H. Ayuntamiento de Coquimatlán, que podría colaborar con materiales, logística, transporte y difusión. No se trata de invertir grandes cantidades de dinero, sino de sumar voluntades y recursos existentes en nuestro municipio.

¿Y por qué decidí participar en el Cabildo Juvenil? Porque desde hace tiempo busco formas de ayudar a mi comunidad. A veces con acciones pequeñas, otras con ideas más estructuradas. Pero comprendí que la acción política bien utilizada puede generar cambios profundos. Soy consciente de las dificultades que implica, que puede volverse un espacio de confrontación y crítica constante. Sin embargo, prefiero enfrentar esas dificultades con ética, respeto y la firme convicción de hacer lo correcto.

Participar en este primer Cabildo Juvenil no fue solo una experiencia, sino un despertar. Un llamado a no quedarme de brazos cruzados, a dar un paso al frente y usar mi voz. Me sentí escuchada, respetada, valorada. Ver a otros y otras jóvenes levantar la voz con propuestas diversas y necesarias me llenó de esperanza. Y es que cuando una generación se une con propósito, corazón y visión, las posibilidades de transformación son inmensas.

La vivencia me dejó una lección esencial: necesitamos espacios reales de participación juvenil. No solo simbólicos, no solo para la foto; donde podamos decidir, proponer y ser parte activa del cambio. La juventud tiene mucho que decir, mucho que aportar, pero también necesita ser escuchada y acompañada.

Como estudiante de séptimo semestre de Pedagogía, creo que la formación de líderes juveniles con enfoque en la paz es una inversión a largo plazo. Por eso, iniciativas como los cabildos juveniles forman habilidades sociales o cívicas y transforman las relaciones entre las y los jóvenes, así como su autopercepción.

Creo firmemente que un joven informado y empoderado es capaz de cambiar su comunidad, que la paz no es solo ausencia de violencia, sino presencia de justicia, respeto y colaboración. Que sembrar conciencia en una niña, en un niño, en un adolescente, puede tener efectos profundos en la vida de un barrio, de una escuela, de un pueblo, de un país. Coquimatlán necesita más jóvenes que se atrevan a soñar, a proponer, a construir. Porque los cambios verdaderos no se logran de un día para otro, pero sí comienzan con una idea, con una voz, con una acción. Porque la paz no es una utopía, es una posibilidad que construimos cada día, desde nuestras escuelas, nuestras casas, nuestras calles.

Y aunque el camino a veces parezca difícil, aunque haya indiferencia o desánimo, seguiré creyendo que vale la pena seguir. Porque cuando sembramos paz en el corazón de un joven, cosechamos esperanza para todo un pueblo. 

*“Pedagogía en voz alta” es una columna de la Facultad de Pedagogía. La autora cursa el séptimo semestre de la carrera.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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