Sáb. Dic 6th, 2025

COLUMNA: Pedagogía en voz alta

Por Redacción Sep29,2025 #Opinión

Retos y oportunidades de participar en el Verano de Investigación

Por Paola Guadalupe Anguiano Ruelas, Andrea Naomi Gómez Montes de Oca y Ángel Rubén González Muñoz*

Nos llamamos Paola Guadalupe Anguiano Ruelas, Andrea Naomi Gómez Montes de Oca y Ángel Rubén González Muñoz, originarios del Estado de Colima y orgullosos estudiantes de séptimo semestre grupo A de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Colima.

Llevamos a cabo una estancia presencial en el trigésimo Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2025, del 9 de junio al 25 de julio. La sede de nuestra experiencia investigativa fue la Universidad La Salle Bajío en León, Guanajuato. Las investigaciones fueron asesoradas por el doctor Luis Ernesto Solano Becerril y la doctora Miriam Iliana Véliz Salazar, académicos investigadores de amplia trayectoria en dicha universidad.

Durante las 7 semanas de estancia, cada uno desarrolló y presentó un proyecto independiente. La investigación de Paola se tituló “Perfil sociodemográfico del estudiantado de bachillerato con expectativas desfavorables hacia estudios universitarios del Estado de Guanajuato”; la de Andrea se llamó “Relación entre trayectoria docente y las competencias pedagógicas-didácticas e investigativas en profesorado de una universidad privada” y, finalmente, la de Rubén tuvo por título “Fortalezas y recomendaciones en la evaluación de la calidad de la enseñanza del diseño, contraste entre universidades públicas y privadas”.

Aunque se trató de investigaciones distintas, todas comparten un hilo común: el compromiso con la mejora de la calidad educativa. Desarrollamos estos trabajos con la intención de generar aportes significativos, sustentados desde una perspectiva pedagógica y humanista.

Uno de los retos más grandes que vivimos fue, sin duda, dejar a nuestras familias por varias semanas, lo que nos llevó a aprender a ser más independientes y responsables. A ello se sumó la búsqueda de una vivienda cercana a la universidad, lo cual implicó adaptarnos a un entorno totalmente diferente al nuestro, otras costumbres, horarios, climas, etc., y tomar acuerdos para una organización estable de la casa y nuestras necesidades básicas.

El desafío de esforzarnos día a día para dar resultados en nuestras investigaciones implicó disciplina, constancia y motivación que nos dábamos uno a otro como el buen equipo que somos. Un reto que consideramos notorio fue el nuevo entorno académico, ya que tuvimos que adaptarnos a la dinámica de trabajo de los doctores a cargo y ajustarnos al rigor de una estancia de corta duración. De igual manera, tuvimos que equilibrar la investigación y nuestra vida fuera de la universidad. Por último, enfrentamos el reto de trabajar de manera más autónoma en nuestro proyecto, lo que nos permitió fortalecer y demostrar capacidades.

Sin lugar a dudas, la oportunidad de participar en el verano de investigación resultó profundamente formativa y enriquecedora. A nivel académico y profesional la experiencia superó nuestras expectativas: la meta era aprender y adquirir más conocimientos y habilidades. Nos adentramos en un mundo lleno de saberes y experiencias que fortalecerán nuestro desempeño profesional cuando nos integremos al mundo laboral.

A nivel personal, la experiencia nos impulsó a salir de nuestras zonas de confort, fortaleciendo nuestra resiliencia, adaptabilidad y apertura a nuevos retos.

Una de las experiencias que más nos marcó ocurrió el último día, en el cual expusimos los resultados de las investigaciones. Creemos que fue en este momento en el que vimos el impacto y recapacitamos sobre el camino que habíamos recorrido. Ver que nuestro esfuerzo dio frutos para bien y que habíamos terminado satisfactoriamente nos produjo una mezcla inolvidable de sensaciones y emociones. Sinceramente, cada una de nuestras desveladas, estresadas, reescrituras, lecturas valió cien por ciento la pena.

 Participar en un verano de investigación no solo exige disciplina y compromiso académico, sino también apertura para enfrentar lo inesperado. El consejo que daríamos a quienes se animen a vivir esta experiencia es que aprovechen el reto como una oportunidad para crecer, en lo profesional y en lo personal. Que es precisamente en momentos de incertidumbre donde surgen los aprendizajes más valiosos y las habilidades que marcarán la diferencia en su trayectoria futura.

Así mismo, sugerimos que quienes estén interesados en participar se organicen con suficiente anticipación y planeen los gastos que implica. Anímense a realizar estrategias de financiamiento, como rifas, boteos y patrocinios con instituciones afines, con el fin de aligerar la carga económica y disfruten plenamente la oportunidad.

La experiencia de participar en el Verano de Investigación Científica y Tecnológica del Programa Delfín 2025 es sumamente valiosa. La recomendamos ampliamente a todos los estudiantes que quieran enriquecer su formación.

*“Pedagogía en voz alta” es una columna de la Facultad de Pedagogía. Los autores del artículo cursan el séptimo semestre de la carrera.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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