Vie. Dic 5th, 2025

COLUMNA: Ciencia y futuro

Por Redacción Oct6,2025

Colima y el agua: entre la abundancia aparente y la escasez real*

Por Doctora Maura González Robles**

El agua es un derecho humano fundamental, reconocido por la ONU, porque sin ella simplemente no hay vida. No solo la necesitamos para beber o cocinar, también es indispensable para la agricultura, la industria, la salud, la educación y hasta para mantener los ecosistemas que nos rodean. Sin embargo, en pleno siglo XXI, millones de personas en el mundo todavía carecen de agua potable y saneamiento básico. México no es la excepción, y Colima tampoco.

Un estudio reciente realizado por investigadores del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) y de la Universidad de Colima analizó la situación del agua en nuestro estado desde un enfoque “sistémico”. ¿Qué significa esto? Que no basta con ver el agua solo como un recurso físico que llega a la llave. Hay que entenderla en su relación con la sociedad, la economía, la política, la cultura y, por supuesto, la naturaleza.

El agua en Colima: ¿problema o no tanto? Cuando se aplicaron encuestas a más de 460 personas en los 10 municipios del estado, la mayoría (70%) dijo que casi siempre tiene agua en casa. A simple vista, parecería que el problema no es grave. Pero, al mirar más de cerca, un 27% señaló que el servicio es irregular: el agua llega por tandeo, con cortes nocturnos o por pocas horas al día. Incluso un 2% aseguró que simplemente no cuenta con agua.

Lo más preocupante es que 58% de la población cree que en Colima sí hay escasez de agua. Y tienen razón: el crecimiento urbano, la mala distribución del recurso, la venta de tierras agrícolas para fraccionamientos y la falta de políticas efectivas de cuidado están haciendo cada vez más difícil garantizar un abasto estable y equitativo.

En las comunidades rurales la situación es más delicada. Muchas familias dependen de la captación de lluvia en cubetas, tinacos o tinas, pozas naturales, etc…, porque no tienen servicio formal. Y cuando hay conflictos por el agua, como en el caso de Zacualpan, la tensión social escala hasta cortes de bombeo y bloqueos.

¿Qué opinamos sobre el futuro? A la hora de pensar en lo que viene, la mayoría de la gente no es optimista: se espera más consumo, más necesidades y más presión sobre el agua. Algunas personas incluso creen que en el futuro habrá límites de consumo por hogar.

Algo positivo es que muchas personas de Colima están dispuestas a participar en acciones comunitarias para proteger el agua. Esto abre una ventana de esperanza: si la sociedad se organiza y exige, puede empujar cambios que el gobierno o las instituciones suelen dejar en segundo plano.

El taller de personas actores es clave. Además de las encuestas, se realizó un taller con representantes de distintos sectores: gobierno, empresas, academia, organizaciones sociales y perosonas agricultoras. Allí se discutieron los factores que han agravado el estrés hídrico en Colima y se propusieron estrategias para enfrentarlo. Algunas ideas fueron:

– Descentralizar los usos ineficientes (albercas privadas, campos de golf, autolavados).

– Ordenar el crecimiento urbano y hacerlo más amigable con el medio ambiente.

– Vigilar mejor los pozos clandestinos y regular la perforación.

– Invertir en medidores de agua para evitar fugas y desperdicio.

– Promover una gestión integral del agua a nivel de cuenca y no solo por municipio.

Estas propuestas muestran que el problema no es solo técnico, también es político y cultural. La raíz del problema. Colima es un estado pequeño, pero con una densidad poblacional alta. El crecimiento urbano ha sido rápido y poco planificado, lo que presiona los recursos naturales. Aunque la Comisión Estatal del Agua presume coberturas del 97% en agua potable y más del 60% en saneamiento, los retos aumentan: tuberías viejas, deudas de organismos operadores, fugas, contaminación y la creciente desigualdad entre zonas urbanas y rurales.

El documento concluye que todos somos responsables del uso del agua, pero también hay niveles distintos de responsabilidad. No es lo mismo el consumo de una familia que riega su jardín, que el de una agroindustria o el de una constructora que urbaniza terrenos agrícolas.

¿Qué podemos hacer como ciudadanas y ciudadanos? El diagnóstico deja claro que falta información y cultura del agua en la población. Mucha gente ni siquiera sabe de dónde viene el agua que consume, lo cual genera apatía y poca disposición a cambiar hábitos. Algunas acciones que podemos implementar son sencillas:

– Reparar fugas en casa y reportar las de la vía pública.

– Usar sistemas de captación de agua de lluvia, aunque sean simples.

– Evitar lavar autos con manguera o regar jardines en horas de sol intenso.

– Participar en comités comunitarios de agua o apoyar campañas ciudadanas.

– Informarnos y exigir políticas públicas claras y sostenidas, no programas que se interrumpen cada cambio de Gobierno.

Un futuro que depende de todas y todos. El agua en Colima es un recurso compartido que hoy enfrenta serios riesgos. Pero también es una oportunidad para repensar la relación entre la sociedad y la naturaleza.

Si logramos cambiar la visión de que el agua es un bien infinito y barato, y la vemos como lo que realmente es: un bien común, vital y frágil, entonces podremos construir un futuro más sostenible.

La pregunta es: ¿Será el silencio de una llave seca el único llamado de atención que escuchemos?

*Enlace del artículo: https://doi.org/10.35830/cn.vi92.777

**Profesora e investigadora de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Colima

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

Autor

Related Post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *