Por Amador Contreras Torres
(Primera de dos partes)
A DESTACAR. Gran conmoción e indignación colectiva, a nivel nacional e internacional causó el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, un político valiente, disruptivo, echado para adelante y que había cuestionado la estrategia de seguridad federal y había propuesto y encabezado un combate frontal a los grupos criminales, que han roto la paz social e imponen su ley, desde hace por lo menos dos décadas. Desde 2006 en que Felipe Calderón le declaró la guerra al narco en ese estado y en el país -a petición expresa del gobernador Lázaro Cárdenas Batel-, nada ha cambiado y Michoacán sigue sumido en la violencia de los grupos delictivos que extorsionan a los productores, a los empresarios y a la sociedad en general. El pasado sábado, en plena celebración del Día de Muertos, en la plaza principal de Uruapan, el alcalde Carlos Manzo fue ejecutado por dos sicarios que lograron acercarse lo suficiente, pese a la escolta federal y municipal con la que contaba. El titular de la Sedena, General Ricardo Trevilla informó que el edil contaba con 14 elementos de la Guardia Nacional, pero el circulo primario, de mayor cercanía con el alcalde, eran policías municipales. De hecho, la víctima acaso tuvo un exceso de confianza, pues no traía chaleco antibalas y pensaba que no se atreverían a atentar contra él en plena plaza pública. Un evento de esa naturaleza confiere vulnerabilidad a una figura pública, así tenga escolta, como bien lo señaló el secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch. PROTESTAS. La indignación colectiva trascendió las fronteras e incluso el Gobierno de Estados Unidos, a través del presidente Donald Trump y el subsecretario de Estado, Christopher Landau ofrecieron apoyo para combatir a los grupos criminales en sendos mensajes desde Washington. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, al acudir a la funeraria, fue increpado e insultado por la turba enardecida que le gritaba asesino, entre otros insultos. Más tarde hubo manifestaciones masivas de protesta en Uruapan y en Morelia, en dónde una turba enardecida de jóvenes rompió la puerta principal de Palacio de Gobierno; entraron causando destrozos graves al mobiliario y equipo, con fines incendiarios, pues pretendieron quemar el palacio de Gobierno. Después llegaron los bomberos y la Fuerza Civil que lograron detener y encarcelar a los sujetos más peligrosos que causaron daño al histórico inmueble. DERECHO. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla dijo que tenía buena relación con el alcalde Carlos Manzo, a quien respetaba por ser un hombre valiente y echado para adelante, y que incluso, su hermano Juan Manzo, forma parte de su gabinete estatal, en su calidad de subsecretario de Gobierno. El Ejecutivo estatal dijo que entiende las protestas que son legítimas y entendibles, pero hay grupos que aprovechan el momento con aviesas intenciones y causan destrozos. En este caso se abrirán carpetas de investigación para deslindar responsabilidades y aplicar todo el peso de la ley a los sujetos que incurrieron en actos delictivos, que van más allá de una protesta política o manifestación pacífica. En su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó sus condolencias a la familia del alcalde ejecutado, y precisó que siempre se respaldó en sus peticiones de apoyo en materia de seguridad. Se le apoyó al alcalde de Uruapan, con personal militar y de la Guardia Nacional. POSTURA. El edil de Uruapan, era la única voz disidente en la estrategia nacional de seguridad, rechazaba de forma tajante la estrategia de “abrazos no balazos” y era la única autoridad, de todo el país, ya sea alcalde o gobernador, que tenía una propuesta radical de combate al crimen organizado: proponía combatirlos por la fuerza de las armas y el estado de Derecho. Personalmente llegó a encabezar operativos contra los delincuentes, lo que era visto y apreciado por la sociedad, que lo percibían como un hombre valiente, y con un proyecto de poder estatal o nacional. Al decirle el Bukele mexicano, lo empoderaban y le daban alientos para seguir adelante en su cruzada contra la delincuencia. Una cruzada solitaria, que fue abruptamente segada en plena celebración del Día de Muertos y a escasos 11 días de que fue ejecutado el líder de los limoneros de Apatzingán, Bernardo Bravo Manríquez, quien había denunciado la extorsión que sufrían los productores de limón y otros frutos a manos del hampa. Michoacán está de luto y hay un hartazgo colectivo que se expresa en protestas callejeras y en intentos de hacer un movimiento político por parte de productores y de estudiantes para hacer frente a la grave situación e imponer un nuevo proyecto político en contra del gobernador Ramírez Bedolla y de su partido Morena. Este movimiento social apenas está en ciernes, pues no tiene un liderazgo visible ahora que ya no está un tipo carismático y fuerte, con gran conexión emocional con el pueblo, como lo era Carlos Manzo. El edil de Uruapan, no era nada más un ranchero, no era un tipo improvisado, era egresado en Ciencias Políticas del ITESO de Guadalajara y ya había sido diputado federal. Estaba construyendo un proyecto político fuerte para el futuro.
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