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COLUMNA: Ciencia y Futuro

Por Redacción Nov12,2025 #Opinión

Entre pozole y sopitos: Los sabores que mantiene viva la identidad de Colima

Por Alin Jael Palacios Fonseca*

El sabor que nunca pasa de moda

En tiempos donde la pizza llega en 30 minutos y las hamburguesas están a la vuelta de la esquina, podría pensarse que los platillos tradicionales mexicanos han perdido terreno. Sin embargo, una investigación reciente que hemos llevado a cabo en el estado de Colima demuestra lo contrario: los sopitos y el pozole siguen siendo los preferidos de la mesa colimense. El estudio encuestó a más de 600 personas en distintos municipios y arrojó un resultado revelador: a pesar de la globalización y de la influencia de los alimentos ultraprocesados, la gente reconoce y consume estos platillos con una frecuencia que los mantiene en el corazón de la cocina local.

Hay otros platillos como los chilaquiles, el ceviche y las enchiladas que todavía conservan su lugar en el menú diario, pero hay platillos como la cuachala o la pepena que casi nadie prepara actualmente. Como esos juegos de infancia que se pierden con el tiempo, algunas recetas tradicionales corren el riesgo de quedarse solo en los libros.

Un espejo de la vida cotidiana

Para entender mejor estos resultados, pensemos en una situación común: la comida familiar del sábado. En muchos hogares colimenses, el pozole blanco aparece en la mesa con sus rábanos, cebolla y tostadas. Los sopitos, por su parte, se sirven en reuniones familiares, preparados con la rapidez de quien improvisa una cena casera. Estos platillos no solo alimentan, sino que también crean comunidad. Todos comparten la misma olla de pozole o se sirven de la charola de sopitos. En cambio, otros guisos más elaborados o de consumo estacional, como el tamal de ceniza o las semillas de parota, requieren más tiempo o se preparan en épocas específicas, lo que limita su presencia cotidiana.

Cuando la tradición se cruza con la salud

Más allá del gusto, los resultados tienen un trasfondo actual. Hoy, México enfrenta altos índices de obesidad, diabetes e hipertensión, en parte por el consumo de alimentos ultraprocesados. En este contexto, rescatar la cocina tradicional no es solo un capricho cultural, sino también una apuesta por la salud y la sostenibilidad.

El pozole y los sopitos, preparados con maíz nixtamalizado, verduras y carne en proporciones equilibradas, pueden ser alternativas más nutritivas que las comidas rápidas cargadas de grasas y azúcares. Volver a las recetas de nuestras abuelas no es retroceder, es avanzar hacia una alimentación más saludable y sostenible. Además, optar por ingredientes locales reduce la huella ambiental al disminuir la necesidad de transportar alimentos procesados desde lejos. Comer un ceviche hecho con pescado fresco de la región tiene un impacto mucho menor que abrir una lata importada.

Factores que influyen

El estudio también mostró que el consumo de estos platillos varía según la edad, el nivel socioeconómico y el municipio. Por ejemplo, en Manzanillo el ceviche tiene más fuerza que en otros lugares, lo que refleja la influencia del mar en la dieta. En Villa de Álvarez, los sopitos dominan claramente, mientras que en Colima capital la preferencia se reparte entre pozole, sopitos y enchiladas.

Las mujeres reportaron un consumo más frecuente de sopitos y enchiladas en casa, lo que sugiere que son portadoras y transmisoras clave de la tradición culinaria. Al mismo tiempo, se observó que quienes tienen mayor nivel socioeconómico consumen más sopitos y pozole, quizá porque cuentan con más recursos para preparar o comprar estos guisos con frecuencia. Estos datos nos recuerdan que la comida no es solo sabor, también es reflejo de desigualdades y estilos de vida.

Lo que está en riesgo de perderse

¿Has oído hablar de la pepena, la cuachala o las semillas de parota? Son platillos emblemáticos que hoy casi no llegan a la mesa. En la encuesta, más del 80% de las personas participantes confesó no consumirlos nunca o muy rara vez.

Si lo pensamos en términos culturales, esto equivale a páginas de un libro que se borran poco a poco. Cada receta olvidada significa menos diversidad gastronómica, menos memoria colectiva y menos oportunidades de identidad para las nuevas generaciones. Aquí surge la pregunta inevitable: ¿queremos que nuestros hijos e hijas conozcan estas recetas solo en fotos antiguas o que sigan oliendo y probando esos sabores en la cocina familiar?

Un llamado desde la cocina

El valor de esta investigación va más allá de las estadísticas. Nos invita a reflexionar sobre lo que ponemos en la mesa y sobre cómo cada decisión alimentaria tiene implicaciones culturales, de salud y hasta ambientales. En la vida diaria, esto puede traducirse en acciones sencillas: rescatar una receta que tu abuela cocinaba, enseñar a tus hijos a preparar sopitos o animarte a cocinar cuachala aunque te lleve más tiempo. Son pequeños gestos que, sumados, ayudan a mantener viva la memoria culinaria.

Cuidar lo que nos da identidad

Los hallazgos son claros: Colima mantiene vivas sus raíces a través del pozole y los sopitos, pero corre el riesgo de perder otras joyas de su cocina. La importancia de esta investigación radica en recordarnos que la gastronomía no es solo comer, es un acto de identidad, salud y comunidad.

Así, cada vez que elegimos entre calentar una comida rápida o preparar un platillo tradicional, también decidimos qué parte de nuestra historia queremos preservar. La cocina colimense nos enseña que los sabores que se comparten y se transmiten son los que sobreviven. La pregunta es: ¿qué recetas queremos dejar vivas para el futuro?

Este artículo se deriva de la publicación “Trend in the consumption of traditional dishes of Colima, Mexico: Demographic characteristics and preferences” en International Journal of Gastronomy and Food Science:  https://doi.org/10.1016/j.ijgfs.2024.101091

*Profesora de la Maestría en Nutrición Clínica en la Facultad de Medicina en la Universidad de Colima.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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