Un reciente estudio publicado en la revista Nature, revela un aumento del 122% en los asentamientos humanos en áreas propensas a inundaciones entre 1985 y 2015, lo que debe ser un llamado de atención para toda la humanidad. Esa tendencia, que se ha manifestado especialmente en regiones de Asia oriental, plantea un grave desafío que no se puede ni se debe ignorar.
Las inundaciones tienen consecuencias importantes que pueden impactar catastróficamente en las vidas y propiedades de las personas. Los expertos afirman que el cambio climático continúa desencadenando eventos extremos, como lluvias torrenciales y aumento del nivel del mar. La vulnerabilidad de esas zonas se vuelve más evidente. Los asentamientos en áreas propensas a inundaciones no solo están en riesgo, sino que también contribuyen a agravar el problema.
En primer lugar, es fundamental comprender por qué se han producido esos aumentos en los asentamientos en áreas de alto riesgo de inundación. Las respuestas son simples: urbanización rápida y no planificada, falta de viviendas asequibles en zonas seguras y la migración hacia las ciudades.
Es esencial que los gobiernos y organizaciones internacionales trabajen juntos para atajar causas y consecuencias, proporcionando viviendas seguras y sostenibles en lugares adecuados. Además, la gestión del riesgo de inundaciones debe ser una prioridad. Ello implica la construcción de infraestructuras resistentes, sistemas de alerta temprana efectivos y planes de evacuación bien establecidos.
La promoción de la resiliencia comunitaria y la conservación de ecosistemas naturales, como manglares y humedales, también pueden desempeñar un papel esencial en la protección contra inundaciones. Es crucial destacar la importancia de la concientización y la educación pública.
No podemos esperar a que ocurra una tragedia para tomar medidas; la prevención y preparación son clave, aunque también un desafío.