En los campus universitarios de todo el Mundo, las y los estudiantes son conocidos por su entusiasmo, energía y deseo de aprender. Pero, también debemos tener en cuenta que detrás de esas sonrisas aparentemente inquebrantables y rostros llenos de esperanza, a menudo se ocultan desafíos que no son perceptibles a simple vista.
En estos tiempos, la salud mental de nuestros jóvenes es una preocupación cada vez más apremiante y, como comunidad universitaria, es nuestra responsabilidad abordar ese tema de manera seria y compasiva.
La salud mental no es una cuestión que deba relegarse a un segundo plano. Es una parte fundamental de la experiencia de vida de nuestros estudiantes y, en última instancia, influye en su éxito académico, bienestar emocional y futuro. Las y los jóvenes que enfrentan desafíos en su salud mental, no pueden alcanzar su máximo potencial si no reciben el apoyo adecuado.
La presión académica, la transición a la vida universitaria, la incertidumbre del futuro y las demandas sociales son solo algunas de las tensiones que nuestros estudiantes enfrentan. Es esencial que fomentemos un entorno en el que hablar sobre la salud mental sea normalizado y alentado.
La estigmatización en torno a los problemas de salud mental debe ser erradicada. Ningún estudiante debe sentir que su salud mental es motivo de vergüenza o deba ocultarse. Todos merecen recibir la ayuda que necesitan sin temor a ser juzgados.
Como comunidad universitaria, debemos estar atentos a las señales de angustia emocional en nuestros compañeros y amigos. La empatía y el apoyo son herramientas poderosas para ayudar a aquellos que luchan con su salud mental.
Recordemos que no estamos solos en este viaje; todos enfrentamos momentos de dificultad en la vida. Lo ideal es no estar solos en esos casos.
