Por Rogelio Guedea
“Planta de Amoniaco y Urea en Armería: No Pasará.”
Están perfectamente bien documentados los daños medioambientales (y también en humanos) que causan las industrias de amoniaco y urea. El proceso Haber-Bosch, el cual es usado para producir amoniaco, es uno de los procesos industriales más importantes jamás creados, pero los materiales usados para el mismo son muy dañinos para el medioambiente, y más si no se llevan a cabo en zonas adecuadas. Por eso, en esta ocasión aplaudo a la bancada morenista en el Congreso local por el exhorto presentado a la Semarnat con el fin de pedirle que no autorice la instalación de una Planta de Amoniaco y Urea en el municipio de Armería, particularmente en la zona de Cuyutlán, en donde los riesgos de desastres naturales y de enfermedades en los habitantes está latente de continuar con esta iniciativa. Téngase nada más en cuenta que esa zona ocupa el cuarto lugar del país en ave migratoria y además el cuarto lugar de sus humedales. El diputado morenista Alfredo Álvarez ha sido acertado al presentar los riesgos de una planta de esta naturaleza en esa zona armeritense, entre las cuales se encuentran la contaminación de agua dulce y el daño a la biodiversidad de los vasos III y IV de la Laguna de Cuyutlán. El amoniaco es de alta toxicidad y, por eso mismo, significa un riesgo si está presente en zonas vulnerables ecológicamente. Si bien estos accidentes son susceptibles de ocurrir, y para eso está la Profepa, a través del Centro de Orientación para la Atención de Emergencias Ambientales (COATEA), para atenderlos, lo cierto es que este organismo se ha visto rebasado por la cantidad de tragedias medioambientales que suceden derivado de estas fábricas en nuestro país y lo mejor es evitar que una de esa magnitud se precipite en una de nuestras reservas ecológicas más importantes, como es la zona de los salineros de Cuyutlán. El propio colectivo “Unidos Por Cuyutlán”, que ya se manifestó incluso ante la Semarnat, ha persistido en proclamar los riesgos que una planta de esta naturaleza traería para esta comunidad y, en general, para todo nuestro estado, pues en los últimos veinte años, según datos consignados por la misma COATEA, ha habido casi quinientas emergencias en las que el amoniaco ha estado involucrado en estados como Baja California, Chihuahua, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y Veracruz. Siendo más los daños ocasionados que los beneficios, proyectar una planta de amoniaco y urea en una zona ecológicamente vulnerable es una idea descabellada. Ojalá que María Luisa Albores, titular de la Semarnat, atienta esta demanda e impida que este riesgoso proyecto cristalice.
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