Por *Mtra. Ruth Holtz
A psicoterapia acude todo tipo de gente. Sin embargo, me he encontrado muchas personas que han invertido mucho esfuerzo para generar una forma de vida con la que cubren lo que son, lo que fueron, lo que es inaceptable, a veces hasta lo más auténtico de sus vidas, con tal de ser lo que esta sociedad, cierto grupo al que quieren impactar, quieren que sean, o como una reacción muy intensa a evitar sus circunstancias hostiles, dolorosas o inaceptables para sus altos ideales.
Forzados por obtener lo mejor, por callar la opinión negativa de algunos de sus seres queridos o simplemente por el coraje y actitud vengativa contra quienes en algún momento los oprimieron, estos individuos engendran una “reluciente armadura”. Sabemos que ésta se usa como protección y como fuerza para poder atacar y ganar. Si bien no nos cubrimos con metal, todos desarrollamos un carácter que funciona a partir de habilidades para eludir lo que tememos, lo que nos afecta, lo que no queremos y que en psicoanálisis se llama “mecanismos de defensa”. Las creencias, las formas de pensar, de ver las cosas están al servicio de justificar una cierta forma de comportamiento que protege a la persona de sufrir, de vivir otra vez abuso, violencia, denigración, discriminación, vulnerabilidad emocional, indiferencia, maltrato o uso de cualquier tipo. La armadura no es sólo eso, para ser eficiente se vale de nuestro cuerpo. Una persona que ha sido lastimada seguramente que temerá el contacto físico. Si ha sido roto su corazón, tendrá tensiones musculares y cierto funcionamiento fisiológico para evitar sentir emociones que toquen su corazón. El cuerpo sufre tensiones musculares y contracturas que permiten “controlar” cierto tipo de reacciones y reprimir emociones que puedan flexibilizar o cambiar el carácter que se usa para defenderse. Por lo tanto, la armadura se vuelve muscular y afecta la fisiología del cuerpo, la producción de neurotransmisores, hormonas y produce trastornos del estado de ánimo.
Definir el ego es complejo porque depende del enfoque psicológico, psicoanalítico y hasta espiritual que hable de este concepto, varían las definiciones. Para nosotros significa 2 cosas superpuestas, una la instancia del aparato mental, que según Freud medía entre el “Ello” y el “Superyó”. Dicho en términos coloquiales, entre nuestra parte instintiva e infantil y nuestra parte heredada de nuestros padres de reglas, leyes y valores morales que nos indican lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto, el ego debe encontrar una solución. En otras palabras, en esta mediación, el ego se esfuerza por satisfacer los deseos y necesidades del “Ello” de una manera que sea socialmente aceptable y compatible con las normas morales (superyó). El problema son los criterios que utiliza el ego o “yo” para coartar el “Ello” o darle libertad e imponer el “superyó” o coartarlo. En general son tramitados por este ideal del “yo” fomentado por su situación y lo que, quienes le rodean definen como exitoso o liberador. También depende de a quién tomamos de ejemplo o por quién somos, como pretendemos ser.
Desde esta perspectiva, el ego va construyendo una identidad en cierta forma fabricada para dar salida adecuada a todas estas presiones, las internas como las externas. Pero no hay libertad para explorar lo que verdaderamente somos porque podríamos perder el amor de alguien fundamental, porque podríamos invitar a nuestros agresores, porque se podría repetir el dolor, porque seríamos esa persona débil que no queremos ser. Así que el ego a veces se opone a lo que verdaderamente somos. Es parte de la armadura y su principal constructor.
En la terapia psicocorporal que nosotros ofrecemos, complementado con psicoterapia psicoanalítica, procuramos “romper esa armadura”, y dejar que los contenidos evitados salgan. A veces surge el trauma o patrón inconsciente que origina toda la actitud de protección y defensa, se empiezan a mostrar las heridas emocionales que hay que sanar y se da entonces la oportunidad de que la persona, que ya está en otra etapa en su vida, escoja ser fiel a su ser auténtico y renuncie a cumplir el ideal que quieren otras personas o la sociedad para sí misma. Recobrar su ser auténtico que habita dentro de esa armadura resquebrajada. Seguro recuerdan el cuento “El caballero de la armadura oxidada”. Es algo así, pero más complejo pues la armadura está instalada en un funcionamiento fisiológico, bioenergético y mental que hay que llevar a la sanidad, el equilibrio, la flexibilidad. Eso implica volver a ser sensibles y vulnerables, pero listos para escoger con libertad qué vamos a hacer con lo que vivamos y con el amor al que nos abramos. Esto y más abordamos en la psicoterapia individual.
Hay muchas personas exitosas, con relucientes egos que viven desconectadas de su corazón, no aman de verdad, sienten que por más metas que conquistan no se llenan, y suelen llevar vidas desordenadas afectivamente, o no han vivido el amor verdadero, la libertad de ser ellas mismas. Su ego es lo que las tiene como carcelero. No son felices ni han podido encontrar espacio para que su ser auténtico aflore. La psicoterapia les podría ayudar a flexibilizar su armadura sin perder su éxito, pero abriéndose a lo que han negado de sí mismas.
* Tels. 312 330 72 54 / 312 154 19 40
Correo: biopsico@yahoo.com.mx
Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.