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ARTÍCULO: Costumbres funerarias de los fieles difuntos y Día de Muertos

Por Redacción Oct31,2023

Por José Luis Larios García

Como cada año el día 1° de noviembre se celebra el día de Omnium Sanctorum, que se significa “Todos Santos”. Es una fiesta en el calendario de la iglesia católica en honor a todos y cada uno de los santos que han instituido el mensaje y la devoción a Dios. La celebración tuvo sus orígenes en el Siglo IV, bajo el papado de Bonifacio IV para festejar a los mártires de la iglesia y quienes nos han presidido por el camino de la fe. El Papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor a Todos los Santos, mismo que estipuló la solemnidad litúrgica en una festividad; siglos más tarde se extendió por toda Europa y los lugares católicos.

En México, con la Conquista y la llegada de los españoles, establecieron el catolicismo como religión única por todos los rincones de la Nueva España. Clérigos y órdenes religiosas se encargaron de evangelizar y llevar la Buena Nueva,es decir, el anuncio de la salvación que Cristo ofrece a los feligreses.

Sin embargo, también se conmemora el día de los fieles difuntos, son aquellos que han acabado su vida terrenal y se encuentran en estado de purificación en el purgatorio. En la actualidad persisten 2 fechas para honrar a los muertos: el 1 de noviembre se ofrenda a los párvulos (niños pequeños o nombrados angelitos), y el 2 de noviembre a los difuntos mayores o personas adultas.

Desde el virreinato, las costumbres funerarias permanecieron arraigadas en la sociedad como el entierro de los niños. En el ritual, el sacerdote usaba vestiduras blancas, a diferencia del adulto, que las llevaba negras. Se podía decir el “Gloria Patri”,  mientras que, en los adultos, no.

Los cuerpos de los niños podían ser vestidos según el uso de su edad, y se les colocaba en la cabeza una guirnalda de flores o de hierbas aromáticas en señal de su virginidad. A estos entierros se les denomina “de angelitos”, porque además de tener este carácter los niños, por su inocencia y edad, en ellos se decía una misa llamada “de los angelitos” antes del oficio de sepultura. La peculiaridad más destacada de los funerales es la alegría que debía conducirlos a su última morada, por eso, había cohetes, muy solemnes repiques y música. Por lo regular el ataúd era de tono blanco, y se les permitía decorarlo con colores y tafetán. Es una de las costumbres funerarias que persiste en la actualidad en México (Rodríguez, 2001: 94 y 95).

Por otra parte, el 2 de noviembre representa las manifestaciones culturales y religiosas más significativas sobre los usos funerarios. La historiadora María de los Ángeles Rodríguez Álvarez, señala que esta fecha “es un preciso ejemplo de mestizaje cultural, pues en ella se funden, combinan, o bien, sobreviven mitos o costumbres de las culturas que dan origen al mexicano, y así como se pueden encontrar aspectos que provienen del mundo indígena, anteriores a la venida de los españoles, también hay elementos africano-europeos, hasta llegar a lo más moderno” (Ibid., 127).

Algunos rasgos importantes que se distinguen son: “las ofrendas, el pan de muerto y el uso de la calavera como símbolo general de la fiesta, plasmado en diferentes formas y/o materiales” (Ibid). Estas expresiones arraigadas hasta nuestros días, llegarían a México con algunas características cristianas propias de los españoles, donde “se acostumbraba hacer ofrendas de trigo, pan y vino, que se llevaban a la misa de difuntos, o bien, se colocaban sobre las propias sepulturas” (Ibid).

En Colima, la tradición persiste a través de las ofrendas con coronas fúnebres de papel con diferentes diseños, según la creatividad de cada persona que las elabora. Usualmente se ofrecen al momento de la sepultura, o bien en fechas especiales para honrar a los difuntos.

Fuentes Consultadas

Archivo Histórico del Municipio de Colima

María de los Ángeles Rodríguez Álvarez, Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, México, El Colegio de Michoacán y Colegio Mexiquense, 2001.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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