Por José Luis Negrete Ávalos
Lo sucedido hace algunos días en Acapulco Guerrero con las inclemencias del tiempo, provocadas por el huracán Otis, huracán que incrementó su fuerza con relativa rapidez dejando atónitos no solo a los científicos, al dejar fuera todo modelo de predicción a raíz del impacto, principalmente las afectaciones a los ciudadanos de ese puerto tan enigmático, presentándose un escenario de tal magnitud, con un fenómeno meteorológico de categoría 5 en la escala de Saffir Simpson.
Algo que fue inesperado y al mismo tiempo catastrófico teniendo como resultado afectaciones materiales, pero, sobre todo, la pérdida de vidas humanas, dejando claramente una realidad que probablemente pueda ser inédita, en los últimos años.
Bajo este escenario, es precisamente después de la tormenta donde se observan los resultados de la devastación, y a la vez punto de referencia sobre la actuación de las autoridades, los entes gubernamentales, y los servidores públicos, para concretar acciones o procesos de prevención o posterior resolución de las afectaciones, eso es precisamente lo que en un planteamiento lógico se considera necesario, o por lo menos espera.
Pero qué sucede ¿cuándo la predicción y la respuesta ante la naturaleza se entorpecen con la polarización política?
Ante este cuestionamiento, una respuesta concreta y objetiva tendría que centrarse en considerar las acciones de las autoridades y de los actores encargados, responder a la emergencia con eficacia, favoreciendo en todo momento el resguardo y protección de la ciudadanía, además, que el efecto de la información sea únicamente, fortalecer los elementos y canales de ayuda, pero en medio se encuentran los estragos políticos, es decir, las posturas de negación de la tragedia, en muchas de las ocasiones, cayendo en el heroísmo de las figuras públicas a la luz de los reflectores, en contraste con los esfuerzos anónimos en la realidad.
Por ello es necesario no lo ideal, sino, lo correcto lo favorable, después de un imprevisto natural, tener como meta la colaboración, la solidaridad, para hacer que los efectos de Otis no se prolonguen por tanto tiempo, se dé una oportunidad para reconocer la resiliencia del pueblo mexicano, en todos sus ámbitos incluyendo el político, pero sobre todo el humano.
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