Alucinógena
Por Juan Carlos Recinos
Decir que el poema es esto o aquello, es mentir. Nada lo define porque nada lo contiene. Su voluntad es una encrucijada que desafía al espíritu humano para recrear su fortaleza mágica. El poema es lenguaje, y el lenguaje es un organismo vivo que se reinventa en cada autor y abre caminos de conocimiento y desconocimiento. El poema es como un río, busca su cauce: todo lo que está delante se transforma. El poema es movimiento, tiempo, horizonte, futuro, orden y caos.
La poesía, es el género literario que cuestiona todo el pensamiento de la especie humana, pero en el poema se originan las herramientas de los cuestionamientos. Entonces ¿qué es un poema y para qué sirve? Un poema es un montón de letras acomodadas que unifican sus sonidos y crean un venero de palabras para que revelen el secreto de la compleja luz de la mirada.
La poesía sirve para darnos la libertad de pensamiento y de crítica ante el Mundo cruel en que vivimos. La poesía es el Mundo, un punto donde se oculta la vida y el amor. Alucinógena de Celia Monroy es un libro que despliega una voluntad poética orgánica muy rigurosa. Es un impulso de vida frontal ante el caos.
Todo su universo poético es un testimonio urgente de aquello que anima su vida. Si el amor y su desgracia fueran postales en el tiempo, este ejercicio poético es una flor delicada que remueve e ilumina todas las emociones del cuerpo.
¿Acaso sabes el ritmo al que late mi corazón? Pensar en esta acción fisiológica es iluminar la memoria. No hay respuesta a esta pregunta y el que diga saberla, miente. Celia Monroy en sus poemas, no cuestiona para divagar en sus respuestas, cuestiona para que cada quien encuentre sus respuestas.
En estos tiempos, este acto se parece a un itinerario, si, al del ser humano en la exploración de un estado intermedio de multiplicidad entre los sueños y la vigilia. Los poemas de este libro se parecen a un diario inclasificable donde el lenguaje reconstruye lo que hemos perdido.
Las cosas parecen tener un orden habitual a la cotidianidad y se manifiestan en la propia realidad, pero para la poeta, los múltiples significados de esta ambigüedad profundizan en el sentido y la posibilidad de la infinitud del espíritu. Quizá lo esencial en estos poemas sea la experiencia como una captación de las vías para acceder al corazón.
Aquí, quizá la palabra sea una señal de fuego para quien se atreve a soñar, incluso un itinerario en movimiento de quien se ve en el espejo y antes de que su imagen se diluya en la fugacidad del día naciente, se pregunte: ¿Quién se atreve a dar la mano? La respuesta es un pequeño ritual que da sentido a la vida y a la muerte, y Celia Monroy nos lo dice con precisión: Solo el que ama.
Alucinógena es un mapa que se despliega y que contiene los sueños de una poeta que busca minuciosamente su rostro en la multiplicidad de la luz. Aquí nadie se salva de los conjuros que brotan en los días donde aprendemos a distinguir la vida de las sombras: todo se reinventa en el mismo lugar bajo una tenue luz de silencio. Este poemario, es una balanza que establece una nueva impronta dentro de la poesía mexicana. Un pasaje necesario e ineludible.
La voz doliente de la autora nos habla de sus visiones desde los recuerdos. Las preguntas surgen a tientas, como un ojo de agua, sin previo aviso. Sorprenden. Calman la sed en la plenitud del discurso y revelan las paradojas como un acto de verbalización continuo.
En Alucinógena nada es aleatorio. El silencio de un pálido fuego alumbra nuestros pasos antes del alba. Aquí, el amor no tiene nombres. Es un mapa donde las fronteras son delgados litorales donde se renuevan todos los sueños, la vida, el tiempo, el amor y el silencio.
El mundo en el que vivimos ya no es el mismo. Cambia a una velocidad brutal; la vorágine de la tecnología nos devora. La perspectiva de la vida, la naturaleza y del pensamiento han evolucionado tanto, que todo se ha vuelto muy complejo. Hemos llegado a un punto crucial donde nuevas visiones de la realidad es lo único que nos va a salvar.
Este libro, es una espléndida comunión del espíritu y el corazón. No hay coacción en este universo de Celia Monroy. Quien se sumerja en este río, trazará un camino hacia la isla de su propia vida. La memoria será una ventana, un ojo, un dominio, un deseo, un milagro.
Yo, aún ignoro ¿qué es la poesía y para qué sirve? El lenguaje del mundo sigue intacto o como dijera Eugenio Montejo en su poema Canción de su libro Papiros amorosos:
Estoy cantando la vieja canción
que no tiene palabras.
Cada cuerpo junto a otro cuerpo,
cada espejo temblando en la sombra
y las nubes errantes.
Alucinógena, de Celia Monroy, prolonga la fuerza de la cotidianidad, combina todas las emociones y renueva nuestro sitio en el mundo donde la vida dura lo que dura la luz y el eco de la voz conquista el tiempo que transcurre.
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