Sáb. Sep 7th, 2024

ARTÍCULO: Ayuda para Narges Mohammadi

Por EFE Dic5,2023

Por Macarena Soto

Taghi Rahmani lleva más de una década en el exilio, perseguido por el régimen iraní que también castiga a su esposa, la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, y con la convicción de que “nunca” dejarán de pelear por la democracia en Irán pide ayuda a Occidente: “la lucha volverá, ahora necesitamos que no nos olviden”.

En una entrevista con EFE en Madrid, donde presentó el libro Tortura Blanca (Alianza Editorial), una recopilación de entrevistas de su esposa a otras reclusas en prisión, el también periodista advierte de que las sanciones que no están dirigidas únicamente al gobierno acaban perjudicando al pueblo y subraya que el movimiento “Mujer, vida y libertad” volverá a las calles.

“El movimiento Masha (en referencia a Masha Amini, una mujer fallecida bajo arresto policial tras ser detenida por no llevar velo en la calle) no ha terminado”, asevera Rahmani, quien precisa que esta lucha es para los iraníes “como la sangre que corre en las venas”.

En 2022, tras la muerte de Amini, “se dio el auge del movimiento, ahí estaba en las venas grandes del cuerpo, ahora está pasando por las pequeñas venas de la sociedad, sigue ahí, lo vemos en sitios comunes de la vida en Irán, en el cine, el metro, el teatro… las mujeres no llevan velo, se resisten a esa situación”, asegura.

En las revueltas millones de personas salieron a la calle para reclamar igualdad de género, mejoras sociales y reducción de la desigualdad, unas protestas que acabaron con cientos de detenidos, fallecidos en las calles y ejecutados posteriormente.

Tras varios meses de intensas marchas, el movimiento redujo su acción, aunque Rahmani recuerda que este “sigue existiendo”.

La resistencia, sobre todo de las mujeres en contra del uso obligatorio del velo, hace que “el movimiento no muera”: “existe, pensamos que volverá, lo que necesitamos ahora es apoyo internacional, que se conviertan en nuestra voz y no nos olviden”.

La situación en Irán

El periodista exiliado narra la situación actual de los derechos humanos en su país y recuerda que “sigue habiendo detenciones y ejecuciones” por lo que pide a los gobiernos, medios de comunicación y sociedades occidentales no “olvidar” a los iraníes.

“Sigue habiendo ejecuciones, en los últimos días ha habido varias, hay una gran limitación de internet, algo que hace muy difícil la comunicación con el exterior del país”, lamenta.

El también activista relata las desigualdades que las mujeres sufren en Irán “a nivel judicial o de oportunidades laborales” porque a pesar de que hay “más estudiantes mujeres y graduadas universitarias, cuando salen de la universidad tienen un montón de limitaciones parar encontrar trabajo”.

“Las mujeres no tiene permiso de salir del país sin el permiso de un varón de su familia”, subraya el periodista quien también recuerda que sus compañeros de profesión “están bajo una presión enorme”.

“Muchos están en la cárcel, lo que pueden hacer los periodistas extranjeros es hacer llegar lo que está pasando porque nuestros periodistas tienen muchas limitaciones y a los gobiernos occidentales les pedimos que cuando tengan contacto con el régimen les planteen esos problemas sociales y de desigualdad, de una forma que realmente tenga resultados, que no quede en palabras”, insiste.

Luchar hasta el final

Rahmani reside desde 2011 en Francia y Mohammadi se encuentra cumpliendo una pena de 10 años de prisión por difundir propaganda contra el régimen, tiene “varios problemas graves de salud, pero no recibe el tratamiento médico que necesita” y prácticamente no tiene contacto con nadie del exterior.

Hace 22 meses que no hablan: “las autoridades dicen que yo soy un desertor que ha salido del país y ella es una condenada y entre un desertor y una condenada no puede haber comunicación, por esta razón nuestros hijos tampoco hablan con su madre, es uno de los métodos de la República Islámica para castigar a los opositores”.

Así, Mohammadi únicamente habla –“no sin problemas”- con sus hermanos residentes en Irán y logra comunicarse a través de los familiares de otras presas que pasan información entre ellas.

De esa manera, se enteró de que había recibido el Nobel de la Paz el pasado mes de octubre, un premio que la llenó de alegría, según su marido, y le dio “más fuerza, determinación y motivos para seguir adelante en la lucha por la justicia y la democracia”.

“La libertad y la igualdad es lo que Narges y yo siempre hemos tenido como objetivo, seguiremos luchando, no solo somos nosotros, hay muchos hombres y mujeres en la cárcel o en el exilio o en Irán bajo presión, y yo incluso pienso y espero que mis propios hijos continúen ese camino para que podamos construir un país democrático donde se pueda vivir con igualdad y no con detenciones, cárceles, torturas y amenazas”.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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