Por *Mtra. Ruth Holtz
A psicoterapia también llegan personas que no saben disfrutar, divertirse, gozar de la vida. Tienen 2 escenarios: o están totalmente concentradas en los asuntos dolorosos de su pasado, el que no pueden “pasar página”; o están los que se abruman por trabajar, cumplir con sus obligaciones o incluso están preocupados de más por sus responsabilidades al grado de no poder distraerse de ellas.
En ambos casos es necesario trabajar en su historia, sanar heridas, perdonar y dejar atrás, pero también cambiar creencias y formas de ser que se han forjado como respuesta a las dificultades que pasaron ellos o sus seres queridos, de tal manera que se reconozca que, si ya todo aquello se superó, las medidas especiales para soportar ya no son necesarias. A veces solamente es aprender a divertirse porque nadie se los enseñó.
Saber disfrutar también es una habilidad. Hay quienes confunden el divertirse con tomar alcohol o perderse en fiestas con actitudes arrebatadas, en ambientes sin una real conexión nutricia con sus amistades y familiares. Saber pasarla bien va más allá de la fiesta. Es una actitud diaria en la que tomamos la vida con buen humor, reímos, compartimos y cumplimos con nuestras responsabilidades en tiempo y forma para dejar espacio para relajarnos, compartir actividades de esparcimiento, paseos y contacto con la naturaleza.
En cuanto a la vida emocional, no todos fluyen en sus emociones de gozo y alegría, les es difícil recibir y dejar que otros disfruten de halagarlos. Otros sólo reciben y se ausentan cuando de corresponder se trata. Cuando el dar y el recibir fluyen se da el gozo de estar juntos enriqueciéndonos, sin rencores y sin una actitud de “yo no necesito nada”.
Por supuesto que una de los asuntos que complica las reuniones familiares son los conflictos no resueltos, que impiden que las relaciones sean gratificantes. Lo mejor es encontrar la manera de resolver esas rencillas. La psicoterapia puede ser una manera de comprender, sanar y resolver.
Disfrutar no es perder el tiempo, no es una actividad de perderse uno a sí mismo. Es idealmente un asunto de compartir con otros. La disponibilidad de otros para compartir sus alegrías, sin prejuicios por asuntos no resueltos del pasado es la cualidad que todos necesitamos desarrollar.
Cuando estamos decepcionados por ciertas expectativas que hemos puesto en los demás. Cuando hemos sido lastimados y agredidos por miembros particulares de la familia. Cuando importa más el “qué dirán”, el “cómo vistes” o “qué nivel económico tienes” pueden verse frenadas las intenciones de compartir. Es cuestión de lo que consideras como más importante, de valores morales. Una revisión de tus creencias y si fueron resultado de situaciones de sufrimiento para sanarlo es lo que se lleva a cabo en una psicoterapia.
Saber disfrutar de manera edificante y de gozo real y no aparente, es necesario sanar nuestro corazón de decepciones, revalorar nuestras creencias y darnos permiso, ser libres para pasarla bien, dejando las obligaciones y responsabilidades cumplidas y llevadas a cabo en su tiempo y forma, sin invadir la vida entera. Saber disfrutar con poco o mucho. Sanar las heridas por pobreza, por autocastigo o por una actitud de luto perpetuo cuando estar vivo es razón suficiente para celebrar.
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